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[98--101]

eterna binaventuranza, hasta que Cristo Nuestro Señor con

su muerte fas abrió las puertas de los cielos. [98] Por lo

cual allí, en ese Limbo, vivían sin dolor ni sufrimiento alguno ,

ll'evando una vida feliz en espera de Ja venida al mundo de

Nuestro Señor Jesucristo. Pues el Santo Evangelio nos dice

que el alma de Lázaro el mendigo fué llevada por los ángeles

al seno de Abraham, y era aili donde permanecía feliz , cuando

desde las llamq,s del infierno

fo

vió el rico avariento s·entado en

un lugar superior al suyo. [99] Así que, como podrás ob–

servar, el que estuvo asediado de calamidades en esta vida,

en la otra logró su recompensa.

D.- ¿Y cuál fué el lugar a que J esucristo bajó después

de su pasión?

M.-Al llamado Limbo de los Justos, a cuyas almas en

aquel mismo momento hizo eternamente binaventuradas, lle–

vándoselas consigo al cielo. Pero también se apareció a los

que moraban en los otros tres infiernos, imponiéndose con

su poder a fos demonios e infundiendo, como Supremo Juez,

terror a los condenados,

[100]

y consolando. como Sal–

vador a los que estaban en el Purgatorio. De la misma ma–

nera que un Rey o un Príncipe, cuando visita una cárcel, con–

cede algunos indultos, así bajó ·Jesucristo a los infiernos.

D.-Pero si cuando J esucristo murió su cuerpo yacía en

el sepulcro, no bajó todo él al sepulcro, sino solamente su

alma. Luego no es cierto que J·esucristo bajó a los infiernos...

[101]

M.-A la muerte le fué dado poder para separar

del alma el cuerpo de Cristo, pero de ningún modo le fué per–

mitido separar ·el alma

y

el cuerpo de la Personalidad de

Cristo Señor Nuestro. Es, pues, de

fe

creer que la esencia

de la persona de Cristo quedó junto con el cuerpo en el se–

pulcro, mientras que la misma esencia de esta persona bajó

en compañía del alma a los infiernos.

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