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le buscaban para matarle y azotarle, y que, en efecto así lo
harían. [82] No creas por <esto que se ocll!ltó, sino que
salió al encuentro de los que iban a apresarle, preguntándo–
les que a quién buscaban y asegurándoles que él era el mismo
a quien <ellos buscaban. Y como todos cayeran por tierra al
h ablarles J esús, Este, en lugar de ocultarse y huir, esperó a
que se levantaran y le llevaran maniata<lo como a un corde–
r o a la presencia de Pondo Pilato.
[83] D.-¿Y por qué Jesús,, sin haber cometido ningu–
na mala acción, quiso morir crucificado?
M.-Por muchas r azones. Primero, por pagar a Dios
Padre el rescate de nuestros pecados, que ya sabes tú que los
pecados se valoran según la condición del ofendido, y que la
pena se acomoda a aquel que
fa
paga. [84] De donde re–
sulta que si un sioervo da una bofetada a su padre y señor, el
pecado es grandísimo por haber abofeteado a uno que, acle.–
más de ser su señor, es su padre. Mientras que si es un prín–
cipe el quoe da una bofetada a -su siervo, la falta se considera
levísima, por la misma razón que no será ningún honor si un
siervo se descubre ante un príncipe, mientras que si el prín–
cipe se descubriera para saludar a uno de sus siervos ésta
sería la mayor prueba de honor y de distinción de que a
un hombre puede hacérsele objeto.
[85] Siendo, pues, esto así, resulta que, habien<lo pe–
cado desde el principio nuestro primer padre Adán, y habien–
do sido todos pecadores a partir de él contra Dios, y siendo
el ofendido un Dios inmenso,. nuestros pecados para con él
habían de ser necesariamente merecedores de un inmenso
castigo. Ahora bien, como quiera que no había ningún hom–
bre, ni siquiera ningún ángel, de una nobleza acomodada a
la del ofendido, se ofreció a ello el Hijo de Dios, tomando
para ello carne humana, a pesar de ser, como era, Hijo de
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