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En nuestro concepto, los vacfos, irregularidades y omlSlones

de la obra denotan la

s~ncillez

del compositor aut6ctono, ajeno a

toda cultura literaria, por lo mismo, sin "perspectiva' ', sin "rnaes–

trfa ",

sin cultivadas--o geniales-dotes para afrontar todas las si–

tuaciones e incorporar acentuados elementos sociologicos en la tra–

ma, cuyo colorido, sin embargo, no deja de, percibirse.-Y si se in–

vocan las p,alabras de Li chtenberger,

(1)

que son un verdadero

precepto literario, puede repetirse lo que ha dicho Baudin perti–

ne.nte. al antiguo Peru : ''

t.

Como se puede decir que el espfritu hu–

mane se desarrolla en todos los lugares en la misma direcci6n y de–

be

fa talrnente evoluciona,. de

la

misma manera?

El Imperio Incai–

co no podrfa ser comparado a ninguna de las grandes civilizaciones

del antiguo mundo. La admirable, historia de los Incas no puede te–

ney ya continuaci6n ". (2).

No .queremos decir que el drama haya sido escrito en la epooo

prehispanica. Conservado en su forma oral o como pieza represen–

table, su redacci6n caligrafica no podia haberse. hecho literal y

exactamente conforme al que llamaremos

texto

indigena. Pieza oral

o

escenificada, tuvo que sufrir el necesario acomodo pero induda–

ble.mente "sobre la base de un drama incaico", como ha escrito

Riva Agiiero, y como lo admiten Middendorf y el mismo profesor

argentino.

Por lo demas, algll.n termino alterado, algun aspecto que pue–

de dar Ingar a objeciones, debe considerarse como defe.ctos del co–

pista o necesidad ineludible de la redaccion: vertir las palabras qui–

chuas en el molde de nuestras letras latinas debio ser diffoil. Pache–

co Zegarra inyento un alfabeto especial para la mejor expresion de

los sonidcs quichuas. Ann al pr'esente se ha llegado a proponer signos

1rnevos para la fiel expresion de ellos, y no hay un acuerdo comple–

te respecto al uso de las letras latinas como correspondientes a los

fonemas quichuas.

En resumen, creemos encontrar mas o menos acuerdo en la

opinion de los criticos, aun de los ma.s severos (excepcion de Mi–

tre), al considerar una tradicion o leyenda basica y una obra re–

presentable,

i·edactada

por copistas espafioles o mestizos despues de

la

conquista. De este modo, con su fondo indiscutible e innegable–

me.nte indigena (no solo hecho de tradici6n sino concurriendo la

"representaci6n ", sea del mito, o sea de un argumento hist6rico), el

Ollanta constituye la mas preciosa gema de la riqueza espiritual de

la raza.

( 1)

Cit.

por Rojas.

(2) Ob.

cit.