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nieo, fueron el punto de .partida de la poesia del antiguo PE>ru. El

origen de los habitantes de la costa o de la sierra, dioses que apare–

ren omnipotentes, creadores, que luchan a veces y aniquilan las

creaciones del menos poderoso y las reemplazan con las suyas pro–

pias; que son temibles y destructores, o dulces y bondadosos; que

descienden hasta los hombres, que se les aparecen y dialogan con

eilos. Gigantes venidos no se sabe de d6nde, feroces, crueles, extra–

fios. Human'idades transforma.das en simios o en piedras. Cataclis–

mos asoladores: diluvio, pestes, lluvias de fuego, que cayeron como

formidable flagelo de las divinidades enconadas o resentidas; haza–

fias portentosas de heroes ep6nimos (

1).

Todo esto ha sido la trama

Y el asunto de la primitiva epica perdida entre los E'SCOmbros de

una civilizaci6n derrumbada.

. Y

junto con estos elementos los otros varios motivos que co:ns–

tituyen el alma de la poesia: los hechos hist6ricos y sociales: las

guerras, las faenas agricolas, el culto a los dioses, las fiestas pu–

blicas

0

domesticas; y tambien la fuente magica y sonora, inex–

hausta

y

su~il

de la propia inspiraci6n lirica; el ritmo eterno

y

universal del coraz6n, expresando sus quejas, sus anhelos, sus cui–

tas, o a veces sus goces.

Tal ha sido el rico y precioso contenido de la Literatura in–

caica. Tales ban sido los multiples motivos que inspiraron a los

poetas de ese extinto preterito; motivos que r ecorren la polari–

dad de. idea y sentimiento. Cantaron el odio y el amor, la alegria

y

la tr1steza, la paz

y

la guerra, la sole<;lad

y

el hogar. "Han can–

tado fodas las otrai:: bellezas del mundo-dice Var

'carcel-.El

agua, la brisa, el follaj e, la flores , la_montafia, las nubes, la llu–

via, las cumbres, la nieve, los rios, los lagos, la tierra, la luna,

las estrellas, la noche, el sol.-En su panteismo naturalista ape–

nas si hay cosas feas o despreciables" (2) .

t.

Que queda de todo ese espiritu artistico de la raza

y

de toda

esa- rica literatura

~

Resto dispersos como jirones de nubes que

flotan difusas, y se arrancan y el viento lleva al azar.

Hoy el indio, como escribimos alguna ocasi6n,

ni recuerda siquiera lo que ha sido,

ni conoce siquiera su pasado.

(1) En la revista Inca, Abril-Junio, 1923, el Dr. Tello da raz6n de un

prospecto de Anchoreua, La K'ipola, publi cado en Lonclres, en 1827, en cl

que se cuenta de UllOS quipus conteniendo narraciones fabulosai referelltes

a

Amllrica

y

el Peru, que mas que historia pueden consiclerarse poemas.

(2) Ob.

cit.