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ponfa e cribir en el id.ioma de los indigenas, los amores de dos pa–

ganos. Menos lo era a"lm que en composici6n de tan grandes pro–

porciones no dejase entrever a pesar suyo sus Ci'eencias religio–

sas ".

(1)

Analogas observaciones tambien contiene Markham.

Areche prohibiendo la r epresentaci6n de

ibra~nas

indigenas,

con motivo de la sublevaci6n de Tupac Amaru, nos da otra prue–

ba: esa prohibici6n no hubiera tenido raz6n de ser si 110 se, hubiese

acostumbrado dar esas representaciones de obras exclusivamente

ind!genas, capaces de revivir el alma 11acional aborigen con peligro

de la estabilidad o seguridad del Virreinato

espafi.ol

.

Middendorf, (2) erudito aleman, se muestra esceptico respec–

to de. la autenticidad del drama; rebate a Pacheco Zegarra, de quien

dice que "no ha comprobado" que dicha obra haya sido compues–

to en tiempo de los incas, concluyendo que la leyenda es propia de

esta epoca, aunque el drama puede haber sido escrito bacia el si–

glo XVIII. Admite, sin embargo que "esta version 110 ha sido la

primera

y

original", "sino que e.sta basada en una obra anterior".

Ricardo Rojas en su amplio y exhaustivo estudio

sobr~.

el

Ollanta (3), considera como posible-o mas bien evidente-la exis–

tencia de un mito primitivo y tell1rico en el '' ambiente de la Ame–

rica legendaria", mito heroico, del que como creaci6n estetico-reli–

giosa, pudo surgir la tragedia o drama, que seria asi la "represen–

taci6n artistica del

mi

to" tradicional. Distingue dos partes en el

argumento: la una nutentica, ·que coincide con la tra<lici6n oral;

y

la otra (ap6crifa , diriamos) incorporada en la epoca colonial con

mira determinadamente. interesadas. En consecuencia, aclvierte en

el "Texto qnichua" un caracter de "hibridez", en el que encuen··

tra "situaciones heterogeneas" "suturas" "mal uniclas por un

arreglador colonial"

y

le choca "su desenlace inverosimil ". No obs–

tante, reconoce que no es una simple comedia de capa

y

espada; ni

Cusicuillor, una protagonista a la mauera de las de Lope; ni la

<'bra, un poema de octosilabos al modo espafiol; ni los personajes, los

del melodrama europeo; ni la forma, ret6rica con imagenes ajenas.

Y en cuanto a la tecnica, le asigna mas bien similitudes con el tea–

tro asiatico, alin con el moderno de Tagore. Es decir le reconoce un

innegable

y

manifiesto exotismo, con lo que el mismo eminente criti–

ro aporta, sin proponerselo, una raz6n mas-y muy s6lida-en favor

de la autenticidad de la obra.

(1) o·b.

cit.,

png. 400-1.

(2)

Ollanta, ein Drama der K eshuasprache.-Literatura Inca,

pag. 254.

(3) E tudios sobre el Ollanta, "La Nacion" de Buenos Aires,

y

"La Pren-

sa" de Lima, 2i de junio; 4, 11, 18 y 25 de julio, y 1.

0

de agosto de 1937.

.A

rt.iculos reunidos y publicados de pues en un volumen con el

ti

tulo de

"Un titan de los Andes". E ditorial Losada. Buenos Aires, 1939.