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a un determinado desarrollo, siguiendo la veracidad de los he.chos

ocurridos, el rigor de una realidad aJena. Era el cronista-poeta.

Su aporte se dirigia a la forma; era el versificador profesional, que

a fuer de familiaridad con las formas versificadas, serla, sin d.uda,

poseedor de cierto arte, belleza y quizas elegancia, riqueza en el es–

tilo y armonia en el fondo.

El

ama~1ta

fue, pues, el perfeccionador de, la epopeya. El ha–

ravec o

haravicits

era, al contrari9, como hemos dicho, el poeta per–

sonaI, "popular", si se quiere,-como lo llama Luis Alberto San–

chez

(1)

para oponerlo al a.mauta, poeta cortesano ;-y mas propia–

mente, intimo, subjetivo. El primero ejecutaba un niandato y asi

componia un poema; el segundo solo tenia que escuch.f!.r la voz de

su propio

yo;

su canto era espontaneo, musical, dolorido y nostalgi–

co

.si .

contaba una pena, o alegre y festivo si lo dedicaba a un es–

par cimiento.-Si el amauta fue eJ poeta epico, el haravec fue el

poeta lirico. Creaci6n suya fueron los cantos de esta indole, algu–

nos de los cuales se han conservado, trasmitidos por los cronistas, o

superviven hasta nuestros dias en el folk-lore, al que han influen–

ciado de. manera decisiva.

La lirica tuvo su expres10n eminente en el

han11wi,

tierno, sen–

tido, afiorante, hondo como una queja, aladamente ritmico como

las notas penetrantcs de la quena pentaf6nica. Del barawi de.riva

el

yara.vi

mestizo

y

republicano, musica tipica de nuestra serrania,

forma propia y original de nuestra poesia llrica.

Semejantes al harawi o como una variedad de, ellos se pueden

indicar los

1irpi,

poemas de amor, especie de romances muy tlpicos,

<loloridos, confidenciales, exp}'esi6n de ensuefios desvanecidos, de.

ilnsion es muertas, de amargas decepciones o de taladrantes ansie–

uades del alma

enamora.da

.

Cabello Balboa indic_a tambieu los

aymoira.y

o cantos de mayo ,

de car act er egl6gico, que se cantabau en coros, con ocasi6n de la co–

secha del maiz.

Santa Cruz Pa'chacuti nos ha dado a conocer bellisimos him–

nos rel igiosos (2 ). intensamente Hricos, expresi6n de fervor a la

divinidad, implorativos de ayuda y protecci6n; himnos estos que,

sin duda, ban teniclo antecedentes muy remotos. Tambien Cabello

Balboa nos habla de los himnos r eligiosos de octubre, de caracter ce–

r monial, que se enton aban en los casos de sequia, cuando los sa-

(1 ) Li teratura p eruana,

t.

I.

(2) Ver

pags.

67 a 70.