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Ademas, casi todos lo!; cronistas nos dan noticias de cantos

conmt>morativos, cantos eu que se narraban, para gloria y perpe–

tuaci6n, los hechos notables de los Incas y de los gTandes sefiores :

sus hazaiias de guerra, sus victorias o vicisitudes, su labor admi–

nistrativa,

SU

Caracter personal y

SUS

virtudes

0 SUS

defectos.

Betanzos, Cabello Balboa y otros cronistas hablan de esa for–

ma poetica que podria de.cirse epica hist6rica. Refiere el primero

c6mo a la muerte de Viracocha Inca, su hijo y sucesor, Inca Yu–

panqui, orden6 que se compusieran cantos que, a la vez que solem–

nizaran los funerales del fallecido, rememorasen sus .he.chos nota–

bles (pag. 196, ob. cit.) .-Esta ordenanza imperial abre una nueva

fase literaria, particularmente en la epica; establece lo que, se pue–

de llamar a

oficiaUzaci6n

de la epopeya. De.sde entonces,

y

en lo

sucesivo, la epopeya no sera ya obra particular y voluntaria, una

creaci6n espontanea y de iniciativa individual: sera una obra na–

cional, de inte'l'es colectivo o dinastico, cuya composici6n obedece–

ria al mandato del soberano. Asi limitada, es cierto, la libertad

creadora del artista, que.dan, a la vez, descartada la arbitrariedad

y amenguada la fantasia. Los poemas debian ser la anotaci6n de

hechos reales de la vida publica o cortesana, y no podian ser fal–

seados o deformados. Parte principal del ceremonial de los empe–

radores Incas, sus deudos y sucesores tendrian que ejercer sobre

Ios dichos poemas un evidente, control critico, ya quizas para el su–

ministro de datos e informes para

SU

composici6n

O

mas aun para

la aprobaci6n del "cantar" que hahria de usarse en las celebracio–

nes respectivas.-Los poemas asi nacidos, verdaderos cantares de

gesta, por el desarrollo e importancia que alcanzan, merecen el

nornbre de epopeyas nacionales y por su contenido hist6rico son

cornparables a los

Anales

de los pueblos antiguos.

Cabello Balboa corrobora tambien la aseveraci6n de Betanzos.

Afirrna que en los solernnes funerales que se. celebraron a la muer–

te de Inga Yupanqui se "expidi6 orden por todas partes del Impe–

rio para _que se honrara su memoria con

cantos",

en los que se, hi–

ciera "menci6n de sus grandes hechos y los principales actos de

su reinado ". (pag. 65, ob. cit).

Acosta habla de romances que "contenian historia" (pag. 447,

ob. cit.). Cieza de Leon, de. cantos flinebres en que se relataban

"todas las cosas que sucedieron al rnuerto siendo vivo".

(La Or6-

nica del Peru,

pag. 416, Col. Historiadorcs Primitivos de Indias,

t.

II) . Iguales informaciones traen Cobo, Las Casas, Estete, Ca–

lancha, Morua, en su respectivas cr6nicas. El misrno P. Arriaga,

que tanto menosprecio tnvo por los indios, anota que "cantaban las

alabanZ!lS del difunto" (pag. 84, ob. cit.).

Pero, sobre todo, los indicados Betanzos, Cabello Balboa, y