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progresivo desarrollo que trata de conciliar fases o bip6tesis sepa–

radas, tendiendo a afirmar el origen Un.ico de los antiguos perua–

nos. Hombres que viniendo del exterior, pasan por la costa-donde

quiza quedaron algunos-y Hegan y se establecen en la sierra, con

Manco legendario y primer Inca.

No nos corresponde examinar la veracidad hist6rica de· este re–

lato, en el que Pachacamac aparcce como un dios importado, al que

el bisabuelo de Man co, Quitumbe,-el fundador de. 'l'umbes-, vi–

niendo desde Sumpa (Santa Elena) , llega hasta el Rimac y funda

el templo de Pacbacamac; relato en que se deja establecida la e:xis–

tencia de muy antiguos habitantes-preincaicos-en la costa y en la

sierra; en el que se nos cuenta de Mamaota, capital anterior al Cm:–

co, de Huyustus, gran sefior "de todo el mundo" y de Tivay Va–

nacu (Tiabuanaco), con sus grandes edificios que asombraron a

Sinchi Roca. Solo debemos tlecir que bay verdadero encanto en el

desarrollo de tal relato e interes en la trama: accidentado arribo de

extranjeros a la costa peruana, pasajes sobrenaturales, pron6sticos,

episodios de amor e incidencias propias de un poema, que tal

d~be

.haber sido.

Cabello Balboa, que nos trae varios mitos, como el de los he.r–

manos Ayar y el de la trasformaci6n de Atahualpa en serpiente,

para escapar de Huascar, en la contienda fratricida, y que tam–

bien informa de las n.oticias que tuvieron los pe.ruanos a cerca del

<liluvio; cuenta de la llegatla de Naymlap, que viniendo por la ruta

del mar, desembarca y se establece en Lambayeque, tlonde funda

SU

dinnstia, siendo este el origen de lcs ha.bitantes de lOS "llanos",

o sea de la costa.

Es este igualmente un hello episodio. NaymJap es un extr:rn;iero

inteligente

y

venturoso; ll ega acompafiado de una carte esplentlida,

en la que se destacan Pitazofi, su tocador de trompeta; Ninacolla..

el encargado de la litera; Ollopcopoc, que preparaba los bafios <lel

j efe y de su esposa Ceterni; Xam, que cuidaba de las grasas

y

colo–

r es con que e, pintaban el rostro; Llapchilulli, el tejedor de t{mi–

cas y vestidos de plumas, etc.

El relato se extiende basta el gobierno de Pecfunpisan, que

reinaba aun euando llel!'::iron los espafioles Aunque mny resumido

o esque.metico en el crouista, es presumible quc haya sido el motiv•1

de otro poema cpico.

La conocida fabula de lrs herrr :mos Avar o de P acaritambo,

PU

la q,ue hay amenidad y sencillez imaginativa, a la vez que un ex–

trafio sabor agreste

y

que, con algunas diferencias, la traen ca si to–

dos los cronistas. debera t:nr1bien ser incluicla en e te primer perio–

do de la poesia epica del viejo P eru.