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Poco o nada habria que decir despues de la vigorosa

y

convin–

ente. argumentacion de los citados criticos e historiadores, si

110

f

era por una razon de metodo, a titulo de completar este esquema.

No solo la forma-en la que constantemente falta la sinalefa,

observa Pi Mar gall,

y

se intercalan versos sueltos, sin rima-sino

el fondo, prueba la autenticidad del drama: arnbiente enteramente

p agano, coll).o apunto Barranca; cierta discr epancia del drama con

las narraciones historicas de · Garcilaso, que. advirtio Pacheco Ze–

garra; la inobservancia de las clasicas reglas o sea de las unidades

de accion, tiempo y lugar; la presencia de coros (grupos secunda–

rios de danzantes que cantan

y

no elemento principal, como en lo:;

co ros griegos) totalmente ajenos al teatro espafiol, qlJe no los tie–

n , y que fue peculariedad de las ceremonias entre los Incas; un

sabor de primitivismo que lo satura totalmente, sencillez

y

rude··

za a la vez, e intenso lirismo, compar able al Sakuntala; es decir al–

go mas alla de. Espana; la propia anonomidad de la obra, caracte–

ri

tica de toda la poesfa quichua, d istinta a la

tenclenc.ia

moclerna,

ma.·

di puesta a atribuirse obras ajenas (aun a incurrir en pla–

gios) que a pasar ignorados en las brumas del anonimo; los p erso–

na j es tipicamente incaicos, inclusive Piqui Chaqui, indiecito pers–

picaz, innatamente agudo, expresion propia de la vena indigena, muy

distinto del

gi·acioso

espaiiol, que fue creacion de proposito, imitacion

del

b

nfo

cortesano; los escenarios en que se desarrolla la acc10n

exactamente de acuerdo con la toponimia del p ais;

y

por frltimo las

form as arcaicas y ya en completo desuso; como anota Markham

(1)

y

las expresiones idiomaticas (tales como las palabras de Rumiiia–

hui cuando alude a sus accione , que relaciona con su nombre:

R1t–

mi,

piedr a), esos juegos de palabras que son intraducibles y que

nunca hubieran podido componerse 'por un extranjero sino por

quien escribe en su propio idioma. Hay, ademas, una tradiciou in–

d1gena, que. publico D. Manuel Palacios en el

Miiseo Eri1.dito,

del

uzco, en sus nfuneros 6, 7 y 8, afio de 1837, r eferente a la suble–

vacion de Ollanta

y

a la fidelidad de Rumifiahui ; tradicion minu–

cio~i

ima, en la que se d·an detalles tacticos de acciones de armas y

ll11a

erie pormenorizada de hechos

y

nombres que solo los aborige–

nes podian conocer

y

que estan en concordancia con el drama .que

nos ocupa.

Respecto de la paternidad atribuida al cura Valdez, Pi

y

Mar–

gall hace una atinada observacion: no es posible '' que un sacerdo–

te Rpafiol y catolico, cuandQ mas se trabajaba por borrar de Ia me.–

moria d lo americanos (aborigenes) los antiguo recuerdos, fuera

a e co(J'er por asunto de su tragedia,

y

de una tragedia que se pro-

(1) Ollanta, an ancient Inca Drama.