VIII
LA
MISION DE SAN FRANCISCO SOLANO
Quede
para los historiadores de severo estilo y
frase comprobada,
y
para los cronistas misticos, la
marracion de los sucesos politicos y las vidas de lQs
santos
y de
los mart.ires; yo quiero reflejar en es–
tas paginas las caracteres sociol6gicos de mi pueblo,
su fisonomia
y
su alma, arrarn::ando su secreto a los
despojos del tiempo
y
de la naturaleza, a
las
obras
mutiladas de los hombres y a las huellas media
ocultas de los que levantaron los primeros cimien-
tos de la ciudad civilizada.
·
La
ciudad de la Rioja presenta todavia signos
elocuentes de antigiiedad ; sus templos de piedra
descubierta
y
de murallas ennegrecidas, le dan
el
aspecto de la tristeza
y
la'.
meditaci6n ; sus huertos
de naranjos seculares, despiden en primavera el in–
cienso invisible, que sube a lo alto en las rafagas
tibias
de
sus noches clarisimas, invitando a
sofiar
en fantasticos paraisos; sus casas
de
gruesas pa–
redes de adobe, de techos de teja
y
puertas que re–
chinan con todo el peso de sus dos siglos, encierran
los majestuoso3 salones donde el
estrado,
tapizado
de chuse, invita todavia a la conversaci6n
y
a
la
sencilla etiqueta de las antiguas
y
patriarcales cos–
tumbres coloniales. Alli esta
la
alcoba clasica, donde