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JOAOU:m' V. GONZAU£Z
tre gentes sin la menor cultura intelectual, fue mu–
tilando las formas y suprirniendo muchas de las ce–
remonias, hasta quedar
sin
unidad de accion, como
esos manuscritos en los cuales el tiempo ha borrado
palabras y conccptos, hacienda imposible la restau–
racion del periodo.
Asi, tengo en mi poder, recogida de los labios del
·Inca actual, Eustoquio Nina, la leh·a de la celebre
canci6n quichua que, comenzada la vispera, sigue
en las salutaciones
al
Nifio Jesus. al afio nuevo y a
la Virgen Madre; continua en la gran procesion y
termina como un himno de gracias por las cosechas
de la tierra, y una especie de brindis a la salud de
los concurrentes ; pero toda ella, escrita seguramen–
te, en el quichua docto de los jesuitas, fue adulte–
rada por la tradici6n oral, pasai;idola maquinalmen–
te de unos a otros sin comprender ya su sentido,.
como si se quisiera reproducir en palabras los mil'
ruidos nocturnos de una selva,
y
conservar en la
memoria el conjunto de monosilabos muertvs e
in–
coherentes que resultarian de semejante operacion
mental. Restituir hoy esa canci6n a su primitiva
forma y lenguaje, es trabajo de paciencia
y
prolijo
e~-tudio;
pues habria que remontar por el
aruilisis–
hasta la formaci6n del idioma mismo.
Debe notarse que el clero no les presta su
au–
xili:o; la procesion es purarnente popular, y su sa–
cerdote unico
el
Inca, seguido de
SUS
cofrades
y
alfereces ; pero
esta
de tal manera arraigada en
la,
costumbre, que
ha.-.
sido vanas e impotentes las ten–
tativas para suprimirla. Gobcmador hubo que quc–
riendo prohibirlas, provoco un motin que
puso~su·
vic4 en peligro ;
y
cuando uno de los vicarios de.
ac;;idla iRlesia impidi6 la entrada al templo a la
pl"O-