:MIS YON'r'ARAS
cesi6n del Nino Alcalde, suscit6 en tal
graao
las.
iras de
la
muchedumbre,
y
tal Iluvia de imprope–
rios y obscenos insultos se atrajo de los hombres y
de las mujeres-siempre, eso si, salvo
la
corona y
el habito,--que llegaron algunas de esas profet1sas
a augurarle una muerte desesperante y horrible.
La fatalidad se encarga muchas veces de confir–
mar las supersticiones y las vagas profecias del vul–
go, nacidas sin origen visible, a no ser en ese
pe~
quefio tinte de venganza que colora las almas mas
inofensivas. El Vicario cay6 enfermo de una pa,ra–
lisis que
le-
dej6 mudo y tullido hasta la muerte.
"1
Ah
!
si-rugia la plebe, ,j}uminada por aquellct
prueba de la ira celeste,-no en vano se prohibe
a–
nuestras queridas imigenes entrar al templo
qu~
pertenece a todos los creyentes
!
Dios le ha casti>–
ga do;
i
loado sea Dios
!"
Hace poco falleda un be–
nemerito
y
austero sacerdote de aquella provincia:,
fray Lanrencio Torres, y el pueblo dijo tambien que–
h:ibia alli un castigo de Dios, porque intent6 supri–
mir Ia
~
... ·tividad de Enero.
i
Pobres ._reyentes
!
de}emoslos pasar con sus ilu–
siones y su fc, que al fin ellos no sienten la oleada
que va sepultando sus costumbres primitivas, no,
dandoles tiempo para preocuparse de ellas con ex–
ceso. Dejemos al pobre Nina adornarse puerilmente
cada afio, sofiando quiza que es uu rey desterrado,
dentro de su tierra, destron.:do encima de su tro–
no, apenas vislumbrado por su ignorancia unas
cuantas horas. Alli esta para perdonarlos aquella
herrnosa creacion del
Niuo
Alcalde, que no puede
mirarse sin sentir conmovido
e1
coraz6n por remi–
niscencias tristes de un pasado sombdo,
y
lleno a
l<-L
vez de martirios y abnegaciones sin limite. Si,.