KIS MONTABAS
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beza ca.Iva, para mirar a las profundidades
y
a Jos
horizontes lejanos, sugieren
la
creencia de que alga
mas que la pesquisa de la presa le preocupa, y pue–
de ser
e1
temor de un acontecimiento presentido,
que vendra de ignoradas regiones, en dfa incierto
y
en son de exterminio.
Expongo en estas paginas las impresiones rea–
les que me caus6 la naturaleza y Jo que ellas han
elaborado despuea, lentamente, en mi cerebra;
y
debo confesar que senti un extrafio tern:(;!" al apro–
ximarrne a las parajes donde el condor habita. Veia–
lo recarrer serena, con las grandes alas abiertas, el
espacio bafiado de sol, describiendo drculas inmen–
sos que paredan no tener un termino, como esa.s
parabolas en que circulan los cometas que no
han
de volver jamas a nuestro cielo : su sornbra gigan–
tesca, proy ectada desde la altura, radaba coma
la
de una nube sabre las faldas, los abismos, las cum–
bres
y
los valles. Cantemplarlo en el fanda azul
de] firmamen t o era · 1anzar, mas que las ojos,
el
pensamiento por la ruta eterea de su vuelo alim–
pico. Lo he seguido por largo tiempo con la mirada. :
hallabame sobre una roca, distante de toda objeta
que pudiera impedirme la plenitud de la vision,
y
a la h ora en que el sol, oculta por elevada sierra,
ilumina ba el espacio sin herir la pupila, pa reciame
hallanne en
el
mundo del suefio, cuando una qui–
mera vana, con forma de angel, .de mujer, de ave
o de llama intangibles, cruza por los espacios men–
tales,
y
nosotros nos arrojamos tras ella; persi–
guiendola lo mismo que en
el
mundo real, sin no–
-ci6n de lugar ni de tiempo, hasta desvanecerse, di–
fundirse ya en la sombra,· ya en esas irradiacianes
esplendentes que vemas al sonar, y que nos despier-