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XIX

EL CONDOR

Viene ahora a

la

memoria-y I c6ni...:> he de ol–

vidarlo !--el episodio mas interesante de mis via–

jes,

el que mas hondas sensaciones de la natura–

leza ha producido en mi vida,

y

el ultimo que hice

en compafiia de

mi

padre por la montafi.a consa–

grada en las tradiciones de la familia. Quiero ha–

blar-ya es tiempo--de esa ave soberana que tiene–

en las cumbres su vivienda misteriosa,

y

es como

el

espiritu errante de esas moles en apariencia mu–

das, pero que en las soledades de la noche como

en

las del mediodia, semejantes por su solemne si–

lencio, tienen, no obstante, voz y Ienguaje, revela–

ciones

y

confidencias que

el

viajero escuch,a, sie nte

y

traduce, sin poder definir

el

6rgano que las

ex–

terioriza.

Si; la montafia tiene

un

alma sensible difundid::t

entre sus infinit9s accidentes; ella da rumor

ca–

dencioso

y

mel6dico a Ios arboles; vibraci6n sonora–

a las aristas agudas de

la

cima ; repercusi6n cro–

matica a Ios ecos fugitivos ; resonancia de acorde

sagrado

al

viento que roza la

~ '"-ertura d~

las ca–

vernas; fragor pavoroso al

true.no

encerrado

en

la~

gargantas impenetrables; profundos

y

majestuosos–

tcnos a

las currientes · subtenaneas, que circulcmi