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JOAQUIN V. GONZALEZ
ducido con resplandores de luz a traves de veinte
afios, se me aparece sin tregua la escena brutal de
la noche postrera: veo tendido en el polvo, con rigi–
dez de cadaver, al indio ebrio, desfigurado par
el
lodo, embrutecido por
el
vino;
y
a su lado,
mudo y
rota,
el
tamboril de las vidalitas de mis montaiias.
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