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ERNESTO MORALES
cos
y
las supersticiones que usaban en curar
(Cap.
XXXV).
De los adivinos
y
c6mo invocaban al
Demonio
(Cap. XXXVI).
De los agiieros
y
abu–
siones que estos indios tenian
(Cap. XXXVIII),
Libro XIII. Yen. el XIV, Cap. XVII :
Delos jue–
gos que tenian para entretenerse; sus insttumentos
musicos
y
bailes.
Poco citado hasta ahora, el Padre Cobo puede
ser tenido Como
UDO
de los mas importantes cro–
nistas de la tierra incaica y su obra por una de las
mejores. No esta lejos de Cieza ni de Garcilaso, y
supera a muchos que gozaron de mas fama que
el
y escribieron sin ver lo que
el
vi6, oy6 y sufri6
en sus largos peregrinajes por tierras inh6spitas.
Cobo no tuvo suerte: No vi6 su libro publicado..
No la tiene todavia: De
el
hay pocas informaciones
biograficas. Marcos Jimenez de
la
Espada que las
prometi6 al iniciarse la edici6n de la
Historia del
Nuevo Mundo
(
1890), al terminarse ella ( 1893),
aun no habia
p~dido
escribirlas por su deficiente
salud. Poco despues muri6 sin escribirlas. Es indu–
dable que hasta para gozar de fama p6stuma hay
que contar con
la
suerte. El Padre Cobo no
la
tuvo
en vida ni la tiene en muerte. Y, sin embargo, la
mereciia: T enaz, laborioso, observador, sincero,
dotado de bastante imparcialidad y limpio de en–
cono contra "los barbarosn, di6 un libro veraz,
copioso y poetico con el que contribuy6 podero–
samente a que
la
civilizaci6n incaica se conociera y
admirara.