ESTUDIOS INCAICOS
51
empleadas para los gotosos. Tiene otros usos, to–
dos curativos, por lo coal el
molle
era muy esti–
mado aun entre los espaiioles mismos.
Los libros VII, VIII, IX y X, estan dedicados
a la fauna, no menos pr6diga y original que la
flora. Peces, aves, insectos, mamiferos, pasan por
las paginas de Cobo, minuciosamente catalogados,
a veces con sus nombres quichua y aymara. Se ima–
gina uno el inaudito trabajo que ello pudo dar al
observador, tan paciente como cariiioso. No se pue–
de mencionar ni el nombre de todas las especies por
et
estudiadas. Se llenarian paginas:
alcamatis, cun–
tures, chuslluncas, guacamayos, vizcachas, quir–
quinchus, llamas, vicuiias, antas, coyotes,
etc. To–
dos sin igual entre la fauna europea.
Hasta aqui la absoluta originalidad de este cro–
nista. Mas adelante entra en materia de costum–
bres, ciencias, ritos ya tratada par otros. Su obra
adquiere semejanza con la del inca Garcilaso de
la
Vega, aunque · siempre conservando personalidad.
Se ve que sus datos los ha recogido
et
mismo y que
sus opiniones son suyas, porque difieren y hasta
contradicen las de otros cronistas. El autor de
la
Histotia del Nuevo Mundo
es sincero. No siempre
puede ser veraz. La indole de su obra no lo permi–
te. lLo son, en absoluto, Cieza o Sarmiento o Va–
lera o Pachacuti o Betanzos, en quienes · se puede
confiar la mayoria de las veces?
Cobo no es un defensor de los indios como