ESTUDIOS INCAICOS
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Flaquea tambifo - ya lo he dicho - la obra
del jesuita, cuando pretende elevarse a lo trascen–
dental, cuando quiere averiguar: "Como hayan
pasado a esta tierra los animates y aves que halla–
mos en ella" (Libro XI, cap. XIII y XIV) ; o
cuando emplea seis capitulos en disquisiciones so–
bre si fueron o no las lndias la region de Ophir de
la que Salomon habla. En cambio su crO.nica es–
c,ueta del reinado de cada uno de los reyes Incas
desde Manco Capac hasta los que en Vilcabamba,
ya desposeidos, ostentaban el titulo de sus antece–
sores, es una cronica bien realizada. Hay en ella
color y relieve, cosas estas que escapan a muchos
otros cronistas • Y dificil de lograr por el parecido
que un reinado tiene con otro, ya que la grandeza
de los incas dependio, en esencia, de la colabora–
cion sucesiva de sus monarcas.
La
Historia
de Cobo se hace interesantisima y
cobra animacion cuando recoge leyendas: las del
Diluvio, por ejemplo. Aunque en tono de burla,
por creerse poseido de la verdad, actitud comun a
la mayorfa de los cronistas (Cieza es una bella
excepcion); Cobo nos brinda la ingenua, duke
poesfa aborigen, quizas sin darse cuenta de lo que
hubiera ganado su nombradfa ante nuestra grati–
tud, Si SU pluma, mas minuciosa en Otros puntos,
se hubiera extendido en este, atrayente mas que
todos.
·
Hay capitulos en los libros XIII y XIV que se
leen con verdadero deleitr:
De los hechiceros medi-