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ERNESTO MORALES
cufia,
a los que no pudieron domesticar, a pesar de
la proverbial paciencia de la caza quichua ( 1) .
El
huanacu
y la
vicufia
proporcionabanles, an–
tes que todo, lana. La del
huanacu,
mas grosera,
destinabase para hacer las ropas de la gente comun;
la de la
vicufia,
lana finisima, llevabase a los con–
ventos donde las virgenes del Sol elaboraban para
el Inca y los sefiores de su solar estirpe, tejidos que,
por so color firme y recia trama, llenaron de justo
asombro a los europeos.
Proporcionabanles tambifo carne para todo el
afio, la que con el nombre de
charqui
(
cecina) ..
repartiase equitativamente a todos los padres de
familia. Debe recalcarse esto: no se mataban todos
los animates apresados (como hoy se acostumbra),
sino los machos de cierta edad. Las hembras, des–
pues de ser trasquiladas, volvian a soltarse junto
I
(
l) "Los
pacos
a veces se enojan y aburren con la car-
ga,
y
echanse con ella sin remedio de hacerlos levantar ; antes
se dejaran hacer mil piezas que moverse cuando les da este
enojo. Por donde vino el ref.ran que usan en el Peru, de
decir de uno que se ha
empacado,
para significar que ha
tornado tirria, o porfia, o despecho, porque los
pacos
hacen
este extremo cuando se enojan. El remedio que tienen los
indios entonces es, parar,
y
sentarse junto
al
paco,
y
hacerle
muchas caricias, y regalarle, hasta que se desenoja y se alza:
y acaece esperarle bien dos y tres horas a que se desempaque
y desenoje"
(Historia natural
y
moral de las lndias,
por
el padre Jose de Acosta). Como se ve, no es este
el
pro–
cedimiento persuasivo que para sus caballos usan los carre–
ros y cocheros de nuestras modernas urbes.