LA ilusion <lei
buen tirano,
como regimen ideal
de gobierno, aparece de vez en vez en la humani–
dad, cuando despues de una hecatombe hacen cri–
sis las ideas de democracia, y Ia justicia y
Ia
liber–
tad se ven como mitos inasequibles a la fragil mul–
titud humana. La multitud espera recibir Ia feli–
cidad como una dadiva y la felicidad es una
~.on
quista, un resultado <lei esfuerzo propio. Ningun
tirano, por mas patriarcal que sea y por mas poder
que reuna, puede distribuir libertad y justicia co–
mo podria repartir ropas
y
alimentos. El resul–
tado final, es decir, la adquisici6n de felicidad
para todos o, por lo menos, para el mayor nume–
ro de hombres de una naci6n, no depende tanto
de los buenos prop6sitos del
buen tirano,
como de
las herramientas y aun del material que posee para
realizar su obra.
El
bu.entirano
se debe servir de otros hombres,
intermediarios - o herramientas con las que tra–
baja - entre el, gobernante,
y
el pueblo gober–
nado. Por lo comun, a estos hombres no animan
los buenos prop6sitos del
be.ten tirano.
T ambifo
hay que tener en cuenta lo que la masa entiende