142
ERNESTO MORALES
honrado y de elevada inteligencia
y
una reputa–
ci6n de historiador mas grande y bien ganada que
la suya".
.
Pero Antonio de Herrera no solo plagi6 al au–
tor de la
Ct6nica,
apropiandose integra toda su
segunda parte, la mas valiosa: tambien adulter6
hechos, deform6 c.aracteres, suprimi6 lo que supo–
nia on desprestigio de la autoridad real
y,
en fin,
"hizo una historia cortesana y discreta con las
francas y palpitantes narraciones del laborioso
aventurero, nacidas al calor del alterado suelo pe–
ruano, en medio de las borrascas
y
peleas, al cho–
que de bravias, encontradas e incontinentes ambi–
ciones
y
bajo la zozobra y la amenaza de conti–
nuos
y
mortales peligros" ( 1). Vale decir: El
historiador oficial de la corona, oficializ6 la obra
del cronista. Y lo que era bosc.aje bravio
y
estu–
pendo, qued6 trasformado en hello jardin, aun–
que sin grandeza.
Por largos afios tambifo, Cieza vi6se olvidado.
Tuvo de esto gran culpa William H. Prescott. En su
Histotia de la conquista del Peru,
hace este un ca–
luroso elogio de Sarmiento, a quien confiesa de-
( 1) Pr61ogo a
La Guerra de Quito,
por M. Jimenez
de la Espada. No es este el primero en impugnar al autor
de las
Decadas.
Juan B. Munoz en su
Historia del Nuevo
Mundo
y
en su inttoducci6n a los
Viajes
y
descubrimientos
maritimos
de Martin Fernandez de Navarrete,
y
Washington
Irving, en un apfodice a la
'Vida
y
viajes de Cristobal Colon,
asi lo hacen.