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ERNESTO MOR A LES
del Nuevo Mundo),
Pedro Sarmiento de Gamboa,
autor de un manuscrito descubierto en la Univer–
sidad de Gotinga y publicado en Berlin el afio
1906; Blas Valera, conocido por el
Jesuita An6-
nimo,
el indigena Felipe Huaman Poma de Ayala,
cuya obra aun esti en rnanuscrito, y el sevillano
Pedro Cieza de Leon, ban ocupado el lugar pre–
erninente a que su vida de sacrificio y su obra
sincera les hace rnerecedores.
Es asi como ha tocado a los estudiosos moder–
nos reparar, a cuatro siglos de distancia, la injus–
ticia que con Cieza, heroe intelectual de la con–
quista, hicieron, no solo la rnala voluntad de los
hombres, sino tambien la acechanza de circ.uns–
tancias aviesas que lo mantuvieron olvidado y
preterido hasta la publicacion de su obra, hecho
contemporaneo.
Siempre es un goce presenciar como la justicia
que, posturna o no, siempre es justicia tratandose
de labor espiritual, se hace al cabo. El honrado y
valeroso hombre, el escrupuloso y poetico cronis–
ta que foe Cieza de Leon, tiene ya comentadores
en los c.uales la gratitud que provoca
et,
al poner–
les en conocimiento de una antigiiedad tan remota
como admirable, adquiere noble calor de hurna–
nidad
y
se convierte en entusiasrno.