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ESTUDIOS INCAICOS

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A ve.ces, soci61ogos apresurados nos ponen por

delante el ejemplo de una civilizacion pasada,

coma paradigma digno de imitarse. El c,omunismo

agrario de la civilizaci6n incaica, regido por un

buen tirano,

se ha puesto coma doble ejemplo:

coma prueba de una posibilidad de sociedad co–

munista y como comprobaci6n de la eficacia de

un gobiemo de castas a cuya cabeza se halla un

buen tirano.

Y la civilizaci6n incaica no es ejemplo de lo

uno ni lo otro: el antiguo peruano carecia de li–

bertad hasta el punto de que era considerado poco

mas que un animal de labor. No era dueiio ni de

la tierra que cultivaba ni de su albedrio. Y la jus–

ticia, en tan deprimida situaci6n de niiios grandes

que sabre si sostenia un complicado edificio de

privilegios, era un mito, porque ella no puede

existir alla donde a los hombres no se les da su

lugar de seres con voluntad y conciencia.

Hay tambifo la atenuante de decir que el anti–

guo pueblo peruano era incapaz; que dejado a su

albedrfo tal vez hubiera vuelto al estado de tribu

salvaje; pero la excelen,da de un gobierno reside

principalmente en su aptitud para ir hacienda de

sus gobernados el mayor

mim~ro

de hombres ca–

paces de adquirir conciencia y anhelos de supera–

ci6n propia y general.

El hombre del pueblo, bajo el regimen del

buen

tirano

Inca, jamas mejoraba su condici6n. Fuera

inteligente o laborioso,

et

estaba destinado a cum•