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do, por fin, de los diaguitas próximos a la Cordillera,
nos cuenta que era gente 'belicosa,
vestida
y de más
razón que
l~
de los llanos'; que eran 'para mucho
grandes corredores y
trabajcidores';
y que se había
'hallado entre los naturales muchos
me,tales de 1Jlata,
ricos' ...
- ·
en nuestro entender
objetos labrados de
plata
-
(op.,
págs. 91-92).
Estos datos son, sin duda, preciosos
y
enteramen–
te fidedignos. Luego, pues, los documentos no guar–
dan tan
profundo silencio,
ni los diagnitas eran un
pueblo
absoliitamente salvaje.
Tampoco dejaron pa–
sar la cultura de los incas sin asimilarla ni adop–
tarla, como
ya
hemos visto al hablar d.e la
influencia
incaica.
Por último, no hay por qué dudar de que 'estas
muestras de una civilización embrionaria' sean
dia–
guitas,
más o menos anteriores a la conquista espa–
ñola en su mayor parte. No siendo esto así, no
ha- .
bría más remedio que atribuirlas_a los indios peru,a–
nos, según todo lo. que acabamos de .decir; mas
habría,
para,
ello, que admitir un largo y completo
dominio de Jos Incas sobre Jos diaguitas, cosa que
niega el señor Jaime ].,reyre.
~ero
siempre quedaría.,
en tal caso, a nuestro favor, la suposición de que,
bajo ese dominio, estos indios aprendieron a hacer
·algo de lo que hacían los peruanos, como afirma So–
telo
N
arváez.
Por
lo
demás, es probable también que lo mejor
de estos restos arqueológicos pertenezca a un
siglo
.
'
de oro diagJJ;ita,
más o menos remoto ; y que estos