Previous Page  35 / 206 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 35 / 206 Next Page
Page Background

EN LA TIERRA DE LOS INCAS

25

y alpacas que conducían los viajeros, o eran enviadas de los

valles a las lla.nums del Colla o.

Desceudimos por en medio de escarpadas montañas, don–

de el camino

y

el río e dis¡.mt:=tn el paso, con el eter·no invier–

no entronizado en las altur·as. apurando unas veces·

nue~tra

mula, a través de seccione::;.de tierra.

ango~tas

pero C:H;:tbles,

deteniénrlonos otras veces para

descan~ar

en la.::; curiosas

aldeas de indíge11as

Ccauchi~.

famosos en la hi::;toria de los

aborígenes.

El descenso del paso de La Haya al valle del Vilcnnota

es rá,pido

y

.antes de mediodía comenzamos a sentir el cam–

bio de temperatnra. Hasta las fuentes termales de Aguas

Calientes, a la distancia de dos leguas, habíamos descendi–

do mil quinientoA pies. Las aguas de estas fuente;;; se

con~i­

d~r·an

medicinales para

ciert.as

enfermedades, y hay cerca de

ella:-; unas cuantaR chozas pequeñas de piedra bruta (sin

pner·t,n.s ni contraventanas para cerrar la.s entradas), donde

pueden alojarse los enfPrmos, 1levando, por SllllUC.Hto, sn

propia cama;, u ensp¡o e cocina y provisiones.

1~1

pequeño

an·oyoqueenl 11-an

sersc~Irr·ía,

medio con,o·elado, de

la laguna de La Ra

ra

.

había

conv~·rtido

ah

tes del medio

día, en un río considerable.

y

ante. de 1:"LT10f!h(>Cer, conía, ape-

nas vadeable, p

J'

aH

.strecho, pero fértil.

·

Er·a invierno

y

los ea.mpos estaba·n secos y marchitos,

pero veíamos en los costados del carnina el rastl'ojo oel tri–

g·o, la ePbada

y

el maíz,

y

a gTandes dist.anciH.s un rústico

molino harinero. En las quebradas prec1pit.o as que se

abren en las ml)ntañas

se

construyeron terraza"' escalona–

dAs, dAsde la ribera, formando

~:>n

conjun1o campos de culti–

vo o jardines triangulares, en los que pueden verse chozas

medio ocultas

ent.re

las matas de la quínua

y

la flor drl In–

ca. Son

mA.s

frecuentes la!': casfl .v loR pnebloR lo mi"'–

mo que sus habitantes parecen relativamente económicos.

Pudimos conseguir comictCL par·a

uuest.ms

anima les a precio

;ndetP.rtnirH~do,

y

los huevos r..sultaron un lujo en rel11ción

con nut>Rtra hacienda.

Los indíg-enas que encontramos son menos atezados

;r

ho co. que lof:l del Callao, y ent,imos un instante de go–

zo

d~

orig·en el más

ine~perado:

el grito de una criatura. En

sum

gnimo la senda de Manco Ccapac, satisfrcl os d:: c¡ne

el ''alle del Vilcanota le habría

¡

rodncido mayor placer a él,

que v nía d su fría

;r

~.rida

roca del Titicaca.

Pro 2;nimo la ,jornada sesenta millas más adelante

ha ta londe

e~

arroyo. que se escurre de la lagunilla de La

Ha.ya

, e trasforma en un .río. invadeable

y

recibe el nombre