EN LA TIERRA DE LOS I):llCAS
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que habiéndose dormido n.l medio día o en un éxtasis, se le
apareció un ser celP.stial, blanco
y
barbado, con un ropaje
largo y flotante y le dijo: ''yo
~oy
hijo del Sol, hermano de
Manco Ceapac. Mi nombre es Viracocha
y
he "!ido enviado
por mi padre para advertir al Inca, que las provincias de
Chinchaisuyo se han levnntado en armas
y
puesto en
m~r
cha para destruir la Capital Sagrnda. Ellnca debe prepHt–
rarse. Yo protegeré a él
y
a su Im¡.Jt'rio". Y q ne ensep:uida
la Yisión
de~apareci6.
Pe1·o el padre
escuché~
con impacien–
eia
y
de~<agrado
Ja¡:; súplica!" de sn hiin. r¡'nién desde entonces
tomó E>l nombre de Viracocha. El Inca uo tomó ninguna
medida contra. la catástrofe p1·edicha.
P~r·o
a· los tres rue–
ses fné alarmado con la noticia Je invasión de los insurgen–
tes
Chi11rha~nyos.
A
terrado por habE>r mfmospredado el
pr·e:-:r~g:io
divino y creyendo que
~u
destrucción era inevita–
blP, nbanrlonó la Capital, y fué
t1
encerra.r·~e
en la ciudad
fortificada de Muyna-las ¡·uim1.8 de la cual aun
~xisten-para
espemr que se cumpliera
!:lll
de¡:;tino.
' El pueblo, aqandunado por su rey y sobrecogido de te–
.rror, comenzó a h)lir er1
toda~
direccio!)e&, cuando se presen–
tó el joven Inca Viracocl Acon los pastores de Chita. Hu Ya–
lor. sus pnlabms inspin.1i las y elevado E>spíritu, reanimaron
e hicieron volver a los fuaitivos. El príncipe los envió a su
padre
pe~
ra., que le pidie.:rP. n q ne
!)e
pusiera aJa caJbeza de su
pueblo
y
vol vie1·a l 'uzco para. defender
val~rosament_e
su
Imperio. Pero todo fué
yano. El monarca pusilánime se
negó a s1:1lir de entrP lo!': muros de i\lnyna.
Viracocha resolvió entonces 1-erlimir el ·ho11or de su raza
y defender su imperio. Voldó Hl Cuzco, tomó el mando de
las tropas que pudo rennir,
y
sn.li6 en busca de los Chincha–
suyos y los batió con fuerzAs murho menos numerosas. El
espíritn blanco
y
barbado que se le apareció en Chita fué
fiel
a.
su promesa
.Y
las piedras mismas se trocaron en hom–
bres blaneos
y
ba1·bados, cuando las fuerzas del joven Inca
pn.recían flaquear en la bat.alla. Vir·1wocha ganó una señala–
da victo1·ia en la llanura que lleva aún el nombre de Yahuar
-pampa, o campo sangriento, que entonces se le puso.
A
petición de su pueblo agradecido, Viracocha, depuso
a su padre
y
ciñó el
llauto
imperial. En acción de graciaR
al poder
y
a la intervención del didno Viracocha, el joven
Inca ordenó la construcción de un suntuoso tem lo, desti–
nado a su culto, en Cacha. Por qué allí
y
no en Chita donde
vió por vez primera al espíritu, o en la llanura de Yabuar–
pampa, donde aquel luchó por el bizarro Inca, no lo dicen
los cronistas
y
confiesan que no pueden explicarlo. Pero al-