LA
!'!
TIERRA DE LOS INCAS
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bre de bnena. el:' latura con una barba larga, los vestido!' lar·–
go.
y
anchos como túni ca o Hotana, que llegaban hasta los
piPH,
donde tPnía. un ext rilñO animal con
gn r1·a~
de león,
ata do po1· el pescnezo con una cadena
y
el ramal
d~
ella en
la
mt~no
de la es tatua. Todo estaba hecho de piedra
y
co–
mo
lo ~ e~rultot·Ps
no atina ban a representar la a.pa1 ieión,
como
IN;
decía el Inca
Re
puse, él mismo muchas
wct:>~'<
en el
hábito
.v
fi¡:rurc-t.P II que dijo haberla visto para se rvirle8 dA mo–
delo. Aiiade Garcilaso l:'n tono de reproche: "Con ser el tem–
plo de t a n extraña laho r, como
e
ha dicho lo han destruido
lo~
Pr-lpañole..Coll!o han hecho otra:-; obrasfamnsas, que halla–
mn en el Pdrú,
debiéndola::-~ ~usten
ta r ello. mismos a su cos–
ta, para. qne en t;io-los VPnider·os vieran
las
gent~>s In~
gTI"l,n–
dezn.s que habían
ga~ado.
Más parece, que a sabiettJal', co–
mo envidiosos de sí p1'opi0s las han derribado por el sqelo,
de tal manera., que el día de hoy,
apenas
quedan lo s ci
mient.o. de eAta obra, ni de Otras semejanteS que había. CO–
Sa que a los discr·etos ha lastimado mucho. La
prinripal
cauAa que les movió a destruir esta obra,
y
todas las que
hn.n detTibado, fqé decir que no era posible, sino que había
mucho tesoro dPba'o de ella;. Lo primero qne dP.rribaron
fné la estatua;, púrque d'jeron que debajo de su pies había
mnclio oro enterrado.
a estatua de piedra existía ·pocos
añoR, ha aunque .od
e~figurada,
por las .piedt·as que le
tiraban": Cerc de tres-ciento. años han pasado descle que ta–
le repr·oches escribió
Garcilaso~
y
si el
templo estaba tan
arruinado en sus días, como él lo dice: qué puede espemrRe
de su presente condición?. Los templos de San Pedro
y
San
Pablo de Cacha, de Tinta
y
otra.s
ald~as
próximas,
y
más
de uno de los puentes que cruzan el V1lcanota, fueron cons–
truidos con piedras
'det-~pojadas
del templo. Sin embargo,
puede aúu recon. tituirlSe su plano
y
no es demasiado tarde
para al\,ar la piadosa ohm de Viracocha de los extremos
de la exageraci(m o el olvido. El plano no se conforma del to–
do on la descl'ipción del cronista
[1]
quién, probablemente,
e~cribió
de segunda mano, según descripciones imperfectas,
tle observadores incompetentes; pero fáCilmente se compren–
de q
u~
e rf!fiere al mismo edificio que nos ocupa.
La parte má · notable de las ruinas del t emplo, es una
p9.red de ua renta pies de altura, de adobes de arcilla com–
pacta on cimientos de piedras labrada· de forma irn>g-ular
pero perfectamente juntadas. Este cimiento es d ocho pies
(l )
A i, él di ·e que el templo no tenia te ho mientras que las
ruina mn
trra n que t uvo uno inclinado. Di e que
us dimensiones
eran de 120 por O pies,
y
en realidad on de :J30 por
1.-~ .
del
A.