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LA

!'!

TIERRA DE LOS INCAS

29

bre de bnena. el:' latura con una barba larga, los vestido!' lar·–

go.

y

anchos como túni ca o Hotana, que llegaban hasta los

piPH,

donde tPnía. un ext rilñO animal con

gn r1·a~

de león,

ata do po1· el pescnezo con una cadena

y

el ramal

d~

ella en

la

mt~no

de la es tatua. Todo estaba hecho de piedra

y

co–

mo

lo ~ e~rultot·Ps

no atina ban a representar la a.pa1 ieión,

como

IN;

decía el Inca

Re

puse, él mismo muchas

wct:>~'<

en el

hábito

.v

fi¡:rurc-t.P II que dijo haberla visto para se rvirle8 dA mo–

delo. Aiiade Garcilaso l:'n tono de reproche: "Con ser el tem–

plo de t a n extraña laho r, como

e

ha dicho lo han destruido

lo~

Pr-lpañole..Coll!o han hecho otra:-; obrasfamnsas, que halla–

mn en el Pdrú,

debiéndola::-~ ~usten

ta r ello. mismos a su cos–

ta, para. qne en t;io-los VPnider·os vieran

las

gent~>s In~

gTI"l,n–

dezn.s que habían

ga~ado.

Más parece, que a sabiettJal', co–

mo envidiosos de sí p1'opi0s las han derribado por el sqelo,

de tal manera., que el día de hoy,

apenas

quedan lo s ci

mient.o. de eAta obra, ni de Otras semejanteS que había. CO–

Sa que a los discr·etos ha lastimado mucho. La

prinripal

cauAa que les movió a destruir esta obra,

y

todas las que

hn.n detTibado, fqé decir que no era posible, sino que había

mucho tesoro dPba'o de ella;. Lo primero qne dP.rribaron

fné la estatua;, púrque d'jeron que debajo de su pies había

mnclio oro enterrado.

a estatua de piedra existía ·pocos

añoR, ha aunque .od

e~figurada,

por las .piedt·as que le

tiraban": Cerc de tres-ciento. años han pasado descle que ta–

le repr·oches escribió

Garcilaso~

y

si el

templo estaba tan

arruinado en sus días, como él lo dice: qué puede espemrRe

de su presente condición?. Los templos de San Pedro

y

San

Pablo de Cacha, de Tinta

y

otra.s

ald~as

próximas,

y

más

de uno de los puentes que cruzan el V1lcanota, fueron cons–

truidos con piedras

'det-~pojadas

del templo. Sin embargo,

puede aúu recon. tituirlSe su plano

y

no es demasiado tarde

para al\,ar la piadosa ohm de Viracocha de los extremos

de la exageraci(m o el olvido. El plano no se conforma del to–

do on la descl'ipción del cronista

[1]

quién, probablemente,

e~cribió

de segunda mano, según descripciones imperfectas,

tle observadores incompetentes; pero fáCilmente se compren–

de q

u~

e rf!fiere al mismo edificio que nos ocupa.

La parte má · notable de las ruinas del t emplo, es una

p9.red de ua renta pies de altura, de adobes de arcilla com–

pacta on cimientos de piedras labrada· de forma irn>g-ular

pero perfectamente juntadas. Este cimiento es d ocho pies

(l )

A i, él di ·e que el templo no tenia te ho mientras que las

ruina mn

trra n que t uvo uno inclinado. Di e que

us dimensiones

eran de 120 por O pies,

y

en realidad on de :J30 por

1.-~ .

del

A.