-154-
generosa castidad. Y si hay un mú.sculo que
e
e tremezca, debe ser el corazón de la amada, por
aquel treno de angu tia
y
de amor,
y
no porque
la lujuria
'~levara
la mano por el re quicio
y
se
estremecieran las entraña ", como menta el libro
cristiano ...
E1 triunfo fundamental de estos ver o
radica
en la sincera pa ión que supo in pirarlo . De la
emoción no hay que hablar, ni del sistema induc–
tivo. La última estrofa fué interpretada como una
profecía. Debía el Mi ti, volcán de sus J!layores,
quemar en su propia llama, el hilo de esta emo–
cionante pastoxela. Y casi al propio tiempo que
Huallparrimachi caía en las guel(rillas defendien–
do la
,att].a,
amada al J2Íe de
·s ·, -
Are–
quipa, -
r ndia su vida bajo el hábi o monacal.
d 1perú
..
.
Veamos ahora el concepto que nos merece esta
composición, en lo que se refiere
a
la originalidad
de su contextura estrófica.
El ritmo y la rima de la poesía quechua y ay–
mara, obedecen a una necesidad utilitaria de la
conquista. Se enriquece la tónica y se orienta el
verso aborigen, como medios persuasivos para la
sumisión. Estas reformas espirituales debían ope–
rar con mucha más eficacia que el poder de las
armas. Y así vemos a los gloriosos misioneros in–
cautarse del alma de las tribus con el lenguaje del