-153-
tan los versos "La Partida••, en el mismo tono
estrófico que la conocida composición de Balcarce
y en cuya difusión han conseguido notoria fama
por los pueblos de la altiplanicie. Veamos lo que
nos dice una estrofa, como noción para el ilus–
trado lector, de lo que resulta en el verso caste–
llano, la magnífica hipérbole que corresponde al
pie V del poema:
"Si ansiosa
y
sedienta por tiera·s de abrojoa
A solas ya cruzas un seco arenal,
La nube que formen llorando mis ojos,
Da'rate, paloma, su fresco raudal".
La exige cía rítmica del an¡tpulos@ dodecasíla–
bo, preten e <;Iecir o ql!te el indio había dicho en
seis pal{lbr
:
d
Ya
a tar;i"
( u a do
la sed) ,
.. nihuajtiyqui ·" me
igas que te aq1!le,ia), "na–
huillaycun2 '
e
lanto d mis ojos, o
mis
lá–
grimas),
~P
uyu uc1!lspa'
(convirtiéndose
en
llanto), "ujyachisuncka'" (te haré beber o miti–
gará
tu
sed).
No se necesita una palabra más para tan bello
decir. Esta estrofa y la IV, constituyen
la sínte–
sis amatoria de la composición.
¿
Qué erótico ha
llegado más alto
1
Se sospecharía, de primer inten–
to, espigada en el campo hiperbólico de los C:anta–
res de Salomón. Pero es que estas figuras del ver–
so quechua rayan en la lírica
y
en el sentimiento
emocional, mucho más alto que los versos bíblicos.
Aquí no hay lascivia ni apasionada carnalidad.
Aquí no se busca el recurso pecaminoso para el
triunfo de la liviana emoción. Esto es sensitivo
y no sensual. Esto es apasionado, pero lleno de