LA CIUDAD UNICA
No hay en América ninguna ciudad que conserve
con más amor su españolismo que Potosí. Poco a
poco todos los pueblos del continente van relegando
su sello colonial. Harto tiempo hace que
'Buenos
Aires glosó el catáloo·o de Emopa en toda la varie–
dad del estilo. La mansión seño;rial, castiza, incon–
f undible, desa are
ció
con la "casa de la "rirre'ina " .
Y si la cal min ,
l ajado marse1lé_s
y
la pizarra,
no han abatido del
odo la azotea e pañola, tan
pueril, tan chato e el arcaísmo sup-erviviente, que
no vale
su~
etuidad a trueque de la Ul1baniza–
ción
y
la
~tica.
También la ciludades -provincia–
na'> se remozan
y
suplantan el abolengo del anti–
guo solar con la aristocracia importada de la
vi–
\"ienda suiza
y
todas las parodias , desde el etrus-co
al renacimiento. Y hasta las capitales del Pacífico,
donde la huella del conquistador dejó profundas
trazas, se esfuerzan en apresurar su estilizado mo–
rlernismo, sacrificando, a veces, con el estiramiento
ÍlmovadOJ>, las orientaciones del espíritu americano.
Potosí es la única ciudad que se ha encastillado
en su rancia genealogía. Hasta ella no ha llegado
aun el culteranismo arquitectural con el maridaje
de todos los estilos. Cuida de sus blasones, como un
' ' iejo infanzón fregaría el pomo de su tizona, reno-