DEL ALMA COLONIAL
Antes de visitar Potosí -
la Ciudad Unica -
quiero vagar por las orillas del Chuqueyapu, en el
fondo de este valle profundo, frente al Illimani
y
dor1dc el aventurero español pla
,Q.tóla ciudad de
La Paz.
Y mientlras va muriendo el día
y
vuelca el sol
su púrpura obre la cima blanca, quiero evocar en
estas viejas
i~4
r
1lro secular ...
La coloni
·
pañola nos trajo capitanes
y
ascetas. Siglos a uellos -
XVI
y
Jm7J'I -
de
con-
quista y de r
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lorioso en
Fland~s
y en Pa-
vía, en Lep
to .
an.
Quil;J.tín,
y
hechos piedad
suprema n la virtud !le Te:r_esa
y
San Juan de la
Cruz, tenían que reproducir en América aquella
edad dichosa
y
feliz de E!@aña en que ''el entu–
siasmo religioso
y
la inspiración divina de los can–
tares se aunó con la exquisita pureza de la forma
traída por los vientos de Grecia'''.
Mientras Pizarra somete a los emperadores del
Ouzeo
y
Gajama1"ca
y
crea el despotismo de los en–
comendeJros, Algnso de Urbina asienta en Potosí
los sillares del primer templo católico. Ell'a de este
jaez como la espada
y
la cruz se unían en estrecha
comunión, para .asegurar en los reinos nuevos el
poder de Castilla. Soldados
y
apóstoles, generales