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hipocresía
y
al fanatismo del cura
y
el sacristán.
En
cambio hay episodios
y
cuadros de cos–
tumbres ele bien logrado realismo
y
de un colo-–
rido espléndido , como
La Rama,
Los
Toros, La
Trilla
y
esa pintura rembranesca de la adivina
india: sin contar con los muchos detalles
y
ano–
taciones de carácter, ele paisaje
y
ele situaciones,
que hacen del libro una lectura agradable
y
llena
de interés. sin embargo ele los inevitables qui- ·
chuismos
y
ele los provincialismos
y
barbarismos
con que el autor ha tenido que salpicar la obra
destinada a narrar más que la muerte. ele dos pa–
trones, la tragedia ele la raza autóctona, modela–
da en barro
y
en bronce, que espera la palabra
mesiánica para levantarse
y
anclar.
ISAAC
J.
BARRERA
rS