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PLATA Y BRONCE
::X:II
l\1uchos días con-ieron largos. interminabl e, .
La ' gente. ele la aldea upieron a poco que la ''mai s–
tra" de escuela fue a la hacienda ele Raúl
y
se dieron a la
tarea ele murmurar.
Esa señorita tan limpia. tan pulcra
era también conao una de ellas. como una cualquiera. co–
mo las :\ntúnez que bebían con quien podía pagar el gas–
to.
E carharon con ruin complacencia en la \'ida pasada
ele Celina. que imaginaron como la de ellas.
Surcada ele
liYianclades ocultas. de entrega mercantiles.
La difama–
ron.
T a creyeron h ipóCI-ita.
Stt corrección
y
su mane–
ras las reputaron falsas. una simulación de la eñorita que
cuidaba de baiiarse el cuerpo cuando tenía el alma ta n
SUCia.
Creció su odio pa1·a la chiqui,Jla que les in ultaba con
sus maneras sua ,-es. dulce . en perpetuo contras te con la
zafiedad de las chola .
Cuchicheos encolerizados man–
chaban la dignidad de Celina en lo quicios ele las puerta_
de las casas bajas. pegadas a la tierra igual que la almas
de su basto moradores.
El agua lodosa no perdona nunca a la espuma que la
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