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PLATA Y BRONCE
XI
-Por acá patrón. .\ ese lado es
ciénego.
-Bueno.
Hacía rato que penetraron en el pajonal. Los ca–
ballos andaban con peligro de caer ele costado. La paja
mojada y escurridiza di simulaba los hoyancos del suelo.
-¿Será del nevado toda esta agua que reblandece el
pajonal?
-Así ha ele ser. niño.
-¿Falta mucho para Huairapungo?
-Ya llegamos, patrón.
El viento silbaba impetuosamente erizando la paja
amarillenta
y
levantando un aluvión de menuda gotitas
que alpicaban el rostro con su beso helado.
-Ténga e duro
ño
Rugo. . quí ca resbalan no más
los potros modernos.
Viá
mi mula como ancla .... No
dijo que no h.a de agua'ntar?
Resoplaba la cabalgadura del primo. Se le
iban
las
patas en la greda un tuo ·a del páramo. Sofocábase el ani–
mal contenido por el freno
y
deseoso de correr para es-
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