FER~ANDO
CHAVES
mayordomo. Es una longa guapa.
y
tan porfiada que no se entrega
te? .... Bien le iría ....
Por qué será tan tonta
al niño voluntariamen-
En el comedor sentóse a esperarla.
Después de largo rato apareció la Manuela llorosa.
Su alta contextura ondulaba eurítmica en la prisión del
anaco que revelaba en toda su pureza las líneas intactas
del cuerpo robusto
y
fino.
Vió las copas sobre el charol de cristal y con un
mo–
vimiento rápido-valor y fatalismo--enjugóse los ojos con
el revés ele la mano. Sus labios se contrajeron sorbiendo
los res1 os ele las lágrimas.
C11gió el charol
y
fué a la ala.
Sr~
detuvo en el umbral intimidada. El espectáculo
innoble atizó sus rubores. Los niños mezclábanse con las
cholas en grupos impúdicos. Sintió un desmoronamiento
en su postración ele raza. El recuerdo del Venancio se
interpof1Ía amenazador, los ojos fulgurantes ele odio y ele
venganza, los puños cerrados y al caer sobre su rostro.
·Ella debía retroceder
y
huír a su choza para escapar ..
~.
1\.llá lejos, a los riscos ásperos
y
protectores .... Fuera del
alcance de ese hombre ansioso ele carne. De ese
conqui~ tador resurrecto. Pero algo le detuvo.
N
o un miedo ni
un recelo. Un garfio desconocido que se le aferraba al
alma como un anzuelo
y
que hacía presa dolorosamente.
Qué era ese grillete imp.ortuno?
No Raúl fijó su mirada ele ebrio en la longa irreso-
1
uta. Esplendieron sus pupilas dilatadas
y
vagas. Y en
esa malla oscura se enredó la voluntad de la Manuela.
Huyéndole, odiándole, eludiendo sus embestidas, vol-
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