-19-
otra, siendo Inca Cayo-Manco. "En tiempo deste hubo grandes albo–
rotos en el reyno por las nuevas que vinieron de que por Tucumán,
Chiriguainas y Chile había venido gente ferocísima y guerrera". Y
la última, en el reyno de Huillcanota en cuyo ti-empo "vinieron muchas
tropas de gentes por el Tucumán, y sus gobernadores se vinieron reti–
rando al IGuzco".
Nada habría tenido de extraño que las tres naciones más indó–
mitas .de América, que lo fueron los Ghiriguanaes, Jos Diaguitas
y
lo:s Araucanos, se hubiesen unido para combatir a la raza del norte.
¿Ouáles füeron ilos resultados? ¿La victoria, una paz honrosa, la_
derrota sospechada por el señor Ambrosetti? Todas las hipótesis son
admisibles, desde que Montesinos no aclara ese vunto interesante de
sus revelaciones prehistóricas, ni aparece dato alguno que
0
10
desmien–
ta
o confirme r.otundamente.
Pero, aunque los aliados hubiesen triunfado y luego fuesen ven–
cidos, regresando e
esa condición a su tierra, no es aceptable que
se contagiasen de costumbres extrafías en tan corto tiempo, al pun–
to de hacerlas suyas y di:fiundirlas luego en ·sus poblaciones de ori–
gen. Las sociedades ·primitivas son conservadoras en extremo, detes–
tan los cambi9s que
esorientan su automatismo e implican un es–
fuerzo mental de enovación. Cien años son pocos entre indios para
ae-eptar una nueva prenda de
estir o aplicar una modificación por
nimia que sea, en la usanza arcaica de labrar la tierra. Así puede
observarse entre los
·d~scendientes
de los incas, en toda la región
'Cuzqueña como entre los aymarias; en el aitiplano, desde el Titicaca
a Potosí. A pesar de cuatro siglos de contacto con .los blancos, ellos
han conrs·ervado los mismos dialectos, trajes, gustos, adornos, vicfos,
alimentos, instrumentos de música, haHes, y las mismas creendas
de la época prehispánica. ¿Cómo pen::¡ar, pues, que un contado hostil
con tri'bus enemigas, fuera de -su propia tierra, :pudiese en esa época,
en :esos seres sencillos
y
en algunos años, alterar costumbres y pro–
ducir las influencias incaicas perce,ptiibles en
'1a
alfar.ería, [as indus–
trias, los tejidos, las ruinas
y ·
el .folklore del antiguo Tucumáln?
habría pasado
a' depender políticamente
del
gobierno
incaico, unos ciento cincuenta años
antes de que este
fues~
subyugado
por
los
castellanos, conjuntamente con
todas
las de-
más regiones que sus jefes habían · ido some–
tiendo e
incorporando paulatinamente, hasta
formar el imperio. Los indios de Chile sopor–
taron el dominio incaico unos sesenta años.