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cida a su vez, volvió a retirarse a sus ásperas moilitañas trayendo
consigo nuevos elementos de civilización adquiridos al contacto de
aqueHaa
(18).
La inV>asión de los calchaquies
y
su regreso, vencidos, es una
interpretación harto caprichosa de algunas alusiones de Montesinos
todavía discutid•as. No obstante las contradicciones de la historia
y
de
la arqueolo,gía, se opuso Ambrosetti con tenacidad, a ·1a idea del
influjo incai<:o en
el
Tucumán, sosteniendo a la zaga de Loz,ano,
cuya autoridad no había sido aún depuesta, que el hallazgo de nom–
bres quechuas y la ·s·wpervivenda de esa lengua en el territorio no
eran fenómenos imputables a la dominación peruana, sino a otras
causas posteriores •a la conquista española. La controversia ha sido
demasiado sonada para no recordar los puntos de vista de unos y
otros. En ultimo término añadirem0s pruebas, a favor de la inf.luen–
cia incaica.
biblioteca
nacional
Ambrosetti,
sólo conocf.a la
versión dada ipor Garcilaso, de un embajada de los de Tucumán
enviada ,al Inca Viracocha con el ofrecimiento de sumisión al Impe–
rio Incaico y la llamó "una leyenda inventada interesadamente", por
el autor de los "Comentarios Reales". Quizás hubiera sido bien fun–
dada su desconfianz>a, dada la tendencia i·esueltamente parcial de este
autor, si otros cronistas de la miama época no hubiesen reiterado el
dato, en forma distinta, pero en el fondo igual.
Garcilaso refiere que Viracocha se haHaba vü!itando sus reinos,
encontrándose entonces en Chuqui,,Chaca (Charcas) cuando "vinie–
ron embaj:aidores del Reyno llamado Tucma, que los españoles llaman
Tuc.umán, que está doscientas leguas de los Charcas. . . . . a infor-
marle ....... que los Curacas de todo el Reyno Tucma envían a su-
plicarle haya por bien recibirlos debajo de su imperio .... . " Viraco–
cha les habría contestado celebrando "que ellos hubiesen venido de
u grado
'ª
la obediencia
y
señorío de los incas, que·serían tanto más
(18) B.
l.
G.
A., Tomo XIX. Año
1898-
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