TEORÍA DEL "KUR"
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No ignora el profesor Ricci lo
"audaz
y
poco fundado"
que re–
sultaría tal migración, por las
"dificultades enormes de vialidad",
sí no
fuera por los elementos de prueba que siguen, de todo punto
"decisivos
y
convincentes"
(5) . También dichos elementos de prueba se encuen–
tran elaborados por Hommel, quien no ha sabido, según Rícci, utili–
zarlos.
HOMMEL: (6)
Es igualmente muy significativo que ni el león, ni
el caballo, ni tampqco
el
vino (y por lo mismo la
vid), ni la palmera les fueran conocidos al principio.
pues no tenían palabras propias para ninguno de ellos,
llamando al león "perro grande" ·
(nug-magh),
al ca–
ballo "asno del monte o del Este", al vino "elix ir de
la vida"
(gish-tin,
de
gasb-tin)
y a la palmera "árbol
de Magán"
(mis-magán)
y también "la que se alza
derecha"
(ügin,
semitizado
mus-u-karma)
•
Hommel renuncia a utilizar este "dato" )!>ara
la
misma finalidad
de síntesis que le b'zo utilizar .
el
primero.
~otr
tal mod0, Ricci se ve ante
un hecho bien da o, que sin embargo, no ha si_do aprovechado. No
tendrá que emplear muchas páginas para demostn,u que tan salo saliendo
del continente eurasiático podía encontrar-se una ígnoranGfa perfecta de
anímales como el .eón
y
el caballo . "La no existencia cle un animal,
especialmente sí es feroz, como en el caso del león, en determinada la–
titud, de ningún modo implica para las gentes que allí viven una igno–
rancia tan absoluta acerca de él, como para no conocerlo siquiera de nom–
bre"~
Ahora bien, América es
la
región
"en la que
(7)
jamás desde los
tiempos prehistóricos habían sido conocidos el león, el caballo
y
la
vid"
(8) .
(5)
(6)
(7)
RICCI, C. -
La civil. preinc. ;
pág. 54.
HOMMEL, F. -
Historia, etc.;
pág. 168.
RICCI, C. -
La civil. preinc.;
pág.
5
6.
( 8) Nótese, de paso, que
el
au_tor no menciona, en este lugar, la palmera. Com–
plétese el período de RICCI, subsanando la omisión:
"en la que jamás desde los tiem–
pos prnhistóticos habían sido conocidos el
león
el
caballo,
la
vid
y
la
palmera". Es
fácil imaginar que la impresión desastrosa del texto así completado debe haber in–
fluído en la desaparición de uno .de los cuatro elementos de Hommel.
A quien dudase del conocimiento de la palmera, por parte de los indígenas ¡de
América, podríasele indicar la obra de BARBOSA RODRÍGUEZ, .}.,
Sertum palmarnm
brasiliensium,
Bruxelles, 1923. Sus dos volúmenes, repletos de preciosas láminas en
colores, que miden cm. 61 x 4 3, constituyen un argumento de
peso
innegable. Brasil
es, por
la
abundancia de especies, tribus y subtribus, un verdadero
"royaume des Pal-