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EMBRUTECIMIENTO DE LOS TIAHUANACOS

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trucc1on más perfecta, y, por consiguiente, en este continente ha habido,

~n

cuanto a civilización, no progreso, sinó decadencia, no adelanto, sinó

regres1on

[

not progress, but failure, not advanee, but retrogression]

(VII,

p.

27).

Las cuestiones de Tiahuanaco no nos encuentran, desgraciadamente,

-en un estado de serenidad especulativa que permita conservar toda su

fuerza a las razones que acabamos de

expon~r.

las que serían suficientes

en

c~alquier

otro problema de anticuaria, como, por ejemplo, los de la

arqueología Jmer o de la Kanaka.

En realidad, nuestro terreno, cual valle de montaña en que se

ha abatido el alud, encuéntrase ocupado por una cantidad de construc–

ciones lógicas y extralógicas, científicas y seudocientíficas, cuya solidez

nos será necesario poner a prueba, ejerciendo conq:a ellas toda la fuerza

y

el rigor de la crítica.

Las varias cuestiones de Tiahuanaco, estrictamente conexas con el

problema de su erigen

y

antigüedad, pueden resumirse bajo los títulos

·que siguen:

1 .

Si se han realizado cambios repentinos de la costra terrestre, que

elevaron la región de Tiahuanaco al nivel actual, después de

la edificación de la ciudad.

2. Si la posición de los edificios respecto al lago ha variado desde

su constr'.Slcción hasta hoy,

0,

más exactamente, si ha variado

el nivel de las aguas del Titicaca.

3 . Si es exacto que la región del altiplano estuviese un día a la

misma altura -

aproximadamente -

de la costa, y· provista

de una vegetación forestal.

4 . Si es cierto que la región del lago Titicaca es hoy sumamente

árida, y por tanto infecunda e inhospitalaria, de tal manera

que no puede ofrecerle asiento a un pueblo que viva de pro–

ductos agrícolas.

5

.

Si la cronología de los constructores de Tiahuanaco fundada

por Posnansky representa el resultado de una serie de cálculos

rigurosos, o es, en cambio, uno de esos espejitos que emplean

los cazadores para encandilar a

las alondras con los rayos

del sol.'

Respecto a la cuesuon de los cataclismos, reproduzco aquí unas

lí–

neas de una comunicación que me enviara con fecha Diciembre

29

de

1923

el Dr. Joaquín FRENGUELLI, profesor de Geografía física y Pa–

leontología de la Universidad Nacional del Litoral (Facultad del Para-