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LA ESFINGE INDIANA

rólogo peruano había escrito que, a consecuencia de sus propiás demos–

traciones, "un reguero de luz ha disipado las obscuras brumas del pa–

sado" . . .

(4) .

Quizá sea oportuno recordar que la dos tesis son diametralmente

opuestas, pues Patrón sostiene que los Súmeros emigraron de Caldea

para poblar el lago Tititaca, y Ricci que los Tiahuanacos; en cambio,

abandonaron el Tititaca para poblar la Caldea. Patrón es el Anti-Ricci,

y Ricci, el Anti-Patrón. Recíprocamente, el anverso y el reverso. De

la comparación de sus respectivas enunciaciones, igualmente rotundas y

dogmáticas, surte un

reguero de luz

para el crítico. Sin embargo, no

continuaré aprovechando la fuerza dialéctica que pueda ofrecerme la

comparación de las dos doctrinas contradictorias. Según mi concepto,

ya anteriormente expuesto al tratar sobre las posibilidades teóricas, este

hecho viene a confirmar mi opinión, de que la lógica matemática del

cálculo combinatorio ha dominado en este problema el procedimiento

del espíritu pumano. Doctrina y antidoctrina deben tener necesaria–

mente un carácter de identidad, como los valores negativos y positivos

situados sobre el mismo eje, a derecha e izquierda del cero.

Por el momento renuncio también a emplear otros dos argumentos

de primer orden: el geográfico y el cronológico. Resulta mitural que los

dos autores hayan descuidado los dos factores de la topografía y del

tiempo, tratándose de afianzar una migración de hombres a través de

zonas geográficas tan extensas, y que a su ;vez quiere e plicar la implan–

tación y proliferación de una cultura como la súmera, cuyo florecimien–

to en la sede histórica puede fecharse en el afio 4000 a. d.

C.

Respecto

a la dificultad geográfica, ambos autores tienen que colmar la distancia

de unos 15 . 000 kilómetros, que no puede acortarse con el empleo de

ambigüedades geográficas, como sería la de indicar la Mesopotamia con

el nombre de Asia Central. (5) Esfe ardid algo ingenuo no quita que

(4)

PATRÓN, Pablo. -

Huirakocha,

ya citado, pág.

5.

(5)

Sobre este punto debería ser del

todo superflua una consulta de autori-

dades. Quien tuviese

la

paciencia de repasar los títulos de todas las obras que se citan

en este trabajo, encontraría que de los autores americanos

(WARD, KLAY, etc.)

é

in–

gleses

(KING, SAYCE, etc.), algunos emplean la frase "Asia occidental",

Western Asia,

y otros (HALL) la frase

Near East,

"Oriente próximo".

Clásica es para los franceses la denominación

Asie Antérieure;

para los alemanes

Vorderasien.

Con la precisión que acostumbra, DE MORGAN determina los límites geo–

gráficos del Asia Anterior (24° a 57° long. E. y 43 º a 15º lat.

N.)

en

Le mond

oriental avant l'Histoire,

"L'Antbropologie",

XXXIV,

1924, pág. 25.

Asia Anterior

lleva el atlas de Albert VON KAMPEN y cuantos otros

atlantes an–

tiqui

yo conozca ;

Asia Anterior

es su nombre en los escritores clásicos; ver HAHN,

Hermann, -

Manuale di Geografía Antica,

trad. ita!. Livorno, 1889, pág. 129.

Es de pensar que, no habiendo en juego una "tesis'', a nadie se le ofrecería lla-