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36

LA ESFINGE INDIANA

acción de la crítica como los moralistas en la del teatro, acaso· dirán que

sí; otros, menos optimistas, que no. Por mi cuenta, si pienso en aquel

Arrius Montanus que pasa por haber inaugurado, en

el

siglo XVI. la se·

ríe A, quedo muy perplejo ante la hipótesis que un crítico perspicaz y

afortunado hubiese podido evitar al mundo el dispendio de energías men–

tales que se han gastado en' cuatro siglos de especulaciones, a cual más ex–

travagante.

Y eso, que derribar las argumentaciones de aquellos tiempos herói–

cos se presenta a nuestra modestia contemporánea como

u~

juego de niños.

Los progenitores del hombre americano, decía Mot}tano, (3) fueron hijos

de Nectan, bisnieto de Noé, el del arca. Pero, he aquí el problema, no to–

dos estaban tan seguros acerca de la identificación precisa del gran pobla–

dor de mundos, en tamaña abundancia de nietos y bisnietos que compo–

nían la familia del patriarca. En favor de otro consanguíneo, por ejem–

plo, aboga el doctor don Andrés Rocha, de aquél Tubal quien, después

de llenar a España de cristianos, no la cedió a nadie como poblador de co–

marcas. "Dios se valió de Españoles para poblar, no sólo a España, sino

las provincias de Phrigia, la T oseana, la Isla de Irlanda, como lo hizo

Brigo, la Francia Narbonesa, como Atlante

y

otros,

y

lo mismo se le

concedió gananélo Sicilfa y dando reyes a Italia, como se

'V'ÍÓ

en Atlante,

Sicanio y Siceleo" . (

4)

De tal manera, el descubrimiento de 1492 no es

más que un aspecto de la justicia divina. "Después del Diluvio, envió a

este Nuevo OtlSe los Españoles, y después de muchos siglos se lo restituyó

a España D ios, sando Clel derecho de reversión ... " "OH! profundidad

de la sabiduría y ciencia del Altísimo! que después de tantos siglos ordenó

que estas islas (¿no le parece al lector oír la voz y el estilo de Sancho?)

fueran restituídas por Colón a la corona de España ... "

(5)

Ya es suficiente lo citado, en carácter de muestra. Todos ven que las

armas dialécticas de los primeros americanistas, en comparación con aque–

llas que esgrime

el

escritor contemporáneo, hacen el mismo papel de unos

cascos y espadones de teatro frente a una panoplia de acero. En este lu–

gar quiero dejar expresada toda mi admiración por la obra científica del

Prof. Ricci, así en la búsqueda de la documentación del cristianismo, como

en varios otros problemas, de historia antigua, política y económica, y en

sus trabajos de paleografía, tanto los publicados, como los que tuvo la

amabilidad de anunciarme en las conversacioqes que a menudo hemos ce–

lebrado con el ilustre amigo, y cuyo recuerdo permanece imborrable.

( 3 )

MONTANUS,

Arrius. -

Antiquitatum Judaicarum;

Leyda

1593 ;

fide

V ignaud.

(4 ) ROCHA, Doctor Diego Ándrés. -

Tratado único g singular,

edición ci–

tada, pág.

13

6.

(5 ) ROCHA, D.

A. -

Tratado único g s.,

ed. 6Ítada, pág.

137.