ETNOGÉNESJS
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sariamente las varias ondas culturales que han. llegado a un territorio
tan amplio y vario como el que nos ocupa. Sin embargo, tales interfe–
rencias son contingentes y próximas, y el problema capital no ganará
un ap1ce si seguimos por más tiempo confundiendo los dos conceptos:
factores externos y reacciones internas.
El anfiteatro qi¿e se extiende desde el Asia oriental
y
meridional
basta el borde pacífico de América, contiene los elementos, de nuestra
incógnita. Poco o nada sirven al americanista las denominaciones de
Indonesia, Micronesia, Polinesia
y
Malesia, que representan condiciones
efímeras
y
transitorias. Nunca el Gran Océano ha conocido largas épo–
cas de estabilidad. Sus aguas han sido testigo de ininterrumpidas revo–
luciones tecnológicas
y
corrientes raciales.
Y, precisamente, ese ritmo afanoso, que momentáneamente se subs–
trae a nuestra curiosidad, es la clave de los destinos de las culturas ame–
ricanas. Hay que delimitar zonas
y
tiempos, en lo posible ; h ay que
establecer en qué medida los etnos de las sucesivas zonas escalonadas
paralelamente a partir de la península malaya estaban inyectados de
sangre del hombre xantodermo, y en qué medida - lo ';}Ue es problema
totalmente aparte - s s costumbres estaban dominadas por las dos co–
rrientes creadoras de formas de ida y de arte: la cbín-a
-a1
norte, por
intermedio de los Tai, y la India al oeste, por inter,medío de los Mon–
Jmer. Hay que separar, venciendo di icuhades siempre may:o,res, el pa–
trimonio etnográfico de la humanidad propiamente pacífica, la de esos
protoindonesíos y ¡:¡rotopoJinesios que debieron dar, n cesa iamente, los
primeros contingentes al Nuevo Mundo, y, después, la e 1as formacio–
nes que se realizaron osteriormente en esa gran bornalla de alquimias
FIG.
99
Cabn:a
humana tn on
(A.ndalgalá). Compircse
vaso diaguita
con
tl
tatuaje
de
Ja
cabna maorí
represenuda
lámina XVII.
ea la
humanas. ¿Qué influencia tiene, en el pro–
blema "medíos de transporte", para los
hombres del pacífico meridional
y
orien–
tal, el dominio de la navegación alcanzado
tan tempranamente por los Malayos?
¿Estos hombres temerariamente familiari–
zados con el espacio, que han dejado ja–
lones y residuos basta en Madagascar, de
qué manera hicieron sentir los efectos cen–
trífugos de su
essor
en toda la lejanía del
Pacífico, para que iniciaran el movimien–
to, como en la trasmisión de una onda, las
primeras poblaciones de la periferia?
Más concretamente: ¿de las varías formas de ceremoniales maca–
bros que tenemos estudiadas, hay alguna esencialmente malaya
(
scalp,
adornos de cabello) y otras, en cambio, más propiamente melanesías