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ISOHEMOAGLUTINACIÓN

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inteligente,

pero productor de mucha prole,

y

el tipo

hombre de man–

do.

. .

(XIV). Si el infatigable Autor hubiese tenido en cuenta el

área de distribución de las deformaciones del cráneo, no habría concebi–

do tan amena evocación de la teoría frenológica. Y a van años que me

ocupo

especialmente

de

las

deformaciones

(XVII, XVIII, XIX

y XX), y la teoría más aceptable resúltame ser la de VIRCHOW, de que

la deformación fué una "moda", tanto por los etnos en general (forma

étnica), como por los individuos (variaciones intencionales introduci–

das por las madres) •

Lo que tiene en este asunto mayor importancia es que en las zonas

culturales más adelant:adas de América nunca fué abandonado,

y

tuvo

Ja más amplia consagración por medio de las artes, el "figurín" creado

en. los archipiélagos de Oceanía. Y, véase lo extraño del caso: hace. veinte

años Rudolf VIRCHOW conocía nuestros mismos datos, y natural–

mente habíasele presentado a la mente la misma correlación, lo que le

hizo escribir esta frase:

"Se inclina uno a reputar estos hechos como una

comprobación de que los Indios emigrasen a través de las islas del Pa–

cífíco".

Inmediatamente, como arrepeJttido, añade:

"pero no debe ol–

vidarse que los Filipinos son melanesios,

y

es del todo impostble hacer¡

de ellos americanos"

XXI,

.

17-18) .

Esa

imposibilidad

nos resulta!

imaginaria. Sin duda, el gran antropólogo de-J3e,tlín, que no supo defen–

derse de otros famosos prejuzgados, pagó su tributo también al prejui–

cio del homotipo americano.

Después del

fac

o

" estética" , veamos la prueba hem'<lnológica.

Por otro camino, puramente expe imental, se ha llegado a compro–

bar que los indio

norteamericanos y los melanesios son estrictamente

afines. Muy conocido es el fenómeno de la isohemoaglutinación, o pro–

p iedad que tiene la sangre de un animal de aglutinar los glóbulos rojos

de otra especie. Un procedimiento afín es muy conocido por obra de

Nuttal

y

Friedental como medio para determinar los varios grados

de parentesco entre el hombre

y

los antropoides. Pero el mismo princi–

pio, empleado últimamente, con el fin de diferenciar las razas humanas,

ha permitido (XXII ) , distinguir tres variedades fundamentales de reac–

ción: que son peculiares de tres tipos llamados A B y R . cuyas pro–

piedades, naturalmente, se hallan diseminadas en diferente proporción en

los varios pueblos del orbe. Y bien, el comportamiento del grupo R

se encuentra representado más que por ningún otro grupo humano, por

la raza india americana, Filipinos, e indígenas de Australia.

Otro hecho de gran significación es el grado de resistencia fi–

siológica opuesta a los gérmenes patógenos aportados recíprocamente por

las razas humanas, grado que es variable por cada una de las razas y res–

pecto a cada una de las infecciones (tuberculosis, malaria, difteria, sa-