"MACHINE EN
ARRIERE"
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una superpos1c1on reciente, sin grande zona de influencia hacia el
hin–
tedand.
En este sentido, y bajo esta acción moderadora débese entender
la concordancia entre los datos lingüísticos, etnográficos y antropológi–
cos, si no queremos repetir los absurdos del indogermanismo. Hay que
evitar la confusión entre los radios vectores de cada una de esas disciplinas,
pues su alcance cronológico varía intensamente.
Como en toda cuestión, también en la presente, el factor
tiempo
es el más difícil.
RIVET, muy justamente, condena las tentativas que se han hecho,
de establecer desde ya cronologías absolutas, diciendo que son prematu–
ras, y por el momentó inútiles y basta dañinas, por tener una aparien–
cia de precisión que todavía no puede conseguirse
(XXV,
p.
16).
Cree
sin embargo, el Dr. Rivet, que ha llegado el momento de delinear la su–
cesión relativa de las culturas de la América del Sur, en relación a la
cronología de Centroamérica, y a este efecto esboza, con una doctrina
verdaderamente asombrosa por la cantidad y precisión de datos, un cua–
dro provisorio de las varias migraciones cuya influencia fué formando
y modificando las civilizaciones del Noroeste y del Oeste sudamericano.
Estas corrientes migratorias, según Rivet, serían ocho.
Lo extraño es que cinco d
ellas seáan netamente
orientales, es
de–
cir. amazónicas. En otras l?alabras, las influencias civilizadoras más nu–
merosas e importantes fiabrían
legado a la co,rdillera pacífica por el ca–
mino de la
montaña,
procediendo de la llanura brasileña.
Después de las recientes publicaciones del Dr. Rivet, e°i que acepta
como oceánicos la mayor parte de los elementos culturales de América, y
confirma esta procedencia con
la
prueba de identidades lingüísticas, la
última conferencia pronunciada en Goteborg, representa, evidentemente,
un enérgico movimiento de reacción.
El lema de esta nueva posición dialéctica del Dr. Rivet es, decla–
radamente, una orden de
machine en arciere: "Es indispensable
-
dice
su escrito -
reaccionar en americanismo contra el espejismo occidental,
como en historia europea se ha reaccionado contra el espejismo orien–
tal".
(XXV,
p.
15).
Muchas objeciones concretas suscita, por su
tendencia
autoreac–
cionaria,
el prospecto de Rivet. Primera: no se debe olvidar que, por
definición del mismo Autor, los elementos característicos de la cultura
americana oriental, o amazónica, son el
tembetá,
el propulsor, la flauta
de Pan y las cabezas-trofeo, es decir,
cuatro elementos de Oceanía.
En
segundo lugar, atribuir la "cultura de Tiabuanaco" a una pretendida
organización Aymara, equivale a crear una incógnita sociológica y ra–
cial, para resolver una simple oscuridad en cuestiones de estilo o espe–
cialización artística. Tercero:
la
definición de la civilización incaica, o