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"MACHINE EN

ARRIERE"

321

una superpos1c1on reciente, sin grande zona de influencia hacia el

hin–

tedand.

En este sentido, y bajo esta acción moderadora débese entender

la concordancia entre los datos lingüísticos, etnográficos y antropológi–

cos, si no queremos repetir los absurdos del indogermanismo. Hay que

evitar la confusión entre los radios vectores de cada una de esas disciplinas,

pues su alcance cronológico varía intensamente.

Como en toda cuestión, también en la presente, el factor

tiempo

es el más difícil.

RIVET, muy justamente, condena las tentativas que se han hecho,

de establecer desde ya cronologías absolutas, diciendo que son prematu–

ras, y por el momentó inútiles y basta dañinas, por tener una aparien–

cia de precisión que todavía no puede conseguirse

(XXV,

p.

16).

Cree

sin embargo, el Dr. Rivet, que ha llegado el momento de delinear la su–

cesión relativa de las culturas de la América del Sur, en relación a la

cronología de Centroamérica, y a este efecto esboza, con una doctrina

verdaderamente asombrosa por la cantidad y precisión de datos, un cua–

dro provisorio de las varias migraciones cuya influencia fué formando

y modificando las civilizaciones del Noroeste y del Oeste sudamericano.

Estas corrientes migratorias, según Rivet, serían ocho.

Lo extraño es que cinco d

ellas seáan netamente

orientales, es

de–

cir. amazónicas. En otras l?alabras, las influencias civilizadoras más nu–

merosas e importantes fiabrían

legado a la co,rdillera pacífica por el ca–

mino de la

montaña,

procediendo de la llanura brasileña.

Después de las recientes publicaciones del Dr. Rivet, e°i que acepta

como oceánicos la mayor parte de los elementos culturales de América, y

confirma esta procedencia con

la

prueba de identidades lingüísticas, la

última conferencia pronunciada en Goteborg, representa, evidentemente,

un enérgico movimiento de reacción.

El lema de esta nueva posición dialéctica del Dr. Rivet es, decla–

radamente, una orden de

machine en arciere: "Es indispensable

-

dice

su escrito -

reaccionar en americanismo contra el espejismo occidental,

como en historia europea se ha reaccionado contra el espejismo orien–

tal".

(XXV,

p.

15).

Muchas objeciones concretas suscita, por su

tendencia

autoreac–

cionaria,

el prospecto de Rivet. Primera: no se debe olvidar que, por

definición del mismo Autor, los elementos característicos de la cultura

americana oriental, o amazónica, son el

tembetá,

el propulsor, la flauta

de Pan y las cabezas-trofeo, es decir,

cuatro elementos de Oceanía.

En

segundo lugar, atribuir la "cultura de Tiabuanaco" a una pretendida

organización Aymara, equivale a crear una incógnita sociológica y ra–

cial, para resolver una simple oscuridad en cuestiones de estilo o espe–

cialización artística. Tercero:

la

definición de la civilización incaica, o