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EPÍL©G©

e:I

elemento caucas1co -fué supuesta una inmigraáón igualmente 0irecta

a través d'e-1 A.tlánllieo o 0e1 puente groenlándíc0.

Hoy día se levantan 0bjeciones muy se1fas e-n contra de esas ex;plí–

cac10nes.

En primer lugar, la muy eseasa conti:ibucíón aportada por

la

Gom–

ponente caucasoide es contraúa a la experiencia biolqgica, que nos pre–

senta a ese genotipo

Gomo

extraordínal'Íamente dominante e·Iitre todos

los típos humanos, y paFti<mlarmente en un me<;lío de razas mixtas. El

hist0riad0r de las reaGciones Fe<ríprocas de las vaFiedades humanas no

está dispuesto a aGe-ptar

q.ue

el hom.bre Gau<rásiC0 enti;_ara dbectamente al

territorio american0. De segu¡;o los sostenedores de est_a tesis han anti–

cipado mentalmente e-1 drama biológico que se inicia con e:I descubri–

miento, sin medir con exacta balan:za las consecuencias que habría infa–

liblemente tenid0 tal anticipací<iin, Gomo lo indica

el

comportamiento

de-1 hombre blan<r0,

liJ.Ue

c0nstítuye un experime-nto bistÓrÍGo.

M-ás dírecta y próxima es sin duda la particípación somática del

hombre melanodermo, aunque, es necesario recordarlo, aGaso ningún in–

dividuo de América se presenta «ompletamente exento de modí:fícacio–

nes en sentido xantedermo. La hipótesis que prefíeEe explkar el fenó–

meno medianite una extllema dispersión del bombi;e asiático, e.n marcha

desde Alaska hacia el Sui;, resulta no

ª1?-

s01amente'."'ímprohah'le-, sino

inadecuada. El polen llevado poli

UJl

v.iento vigoroso a una pi:;adera en

flor n0 logra un efecto semejante al que hahría obtenido la cwrl!Íente

mongólica entraC!a par Behring

y;

que se supone llegada basta

el

Cabo

de Hornos.

Además, no se ha tenida en cuenta, en el mapa, la zona de raz-as

mixtas. Esta zona, v:ei;dadero eje de los metamoi:físmos más importantes,

sigue, diagonalmente a los paralelos,

el

plíegue montañoso Alpes-Híma–

laya, se prolonga basta tocar

el

océano Pac.ífko, y allí se alarga en

abanico, respetando únicamente la gran isla australiana. El hombre

caucásico en su primer tropismo, que lo atrajo hacia oriente, ha dejado

en esa ruta los jalones de su berencúa, siempre

inás

atenuada a medida

que nos alejamos del punto de partida. En el extremo oriente es recono–

cible tan solo en algunos núdeos de las mestízaciones blanco-negroide

(indonesios, protopolinesios) y blanco-negro-mongólica

(polinesios·~

.

Ese esGenario había foI'mado, en un principio,

el

dominio absoluto

de los negroide-s, que todavía han- de}ado allí testimonios de su gran

variabilidad. Llegó última la influencia amarílla. Esta tuvo efectos :in–

conmensurables en lo energétiGo, y en lo somático .creó un t ipo de cru.c.e

binario, el males, contribuyendo activamente a

la

f.ormación .d:e cruc:.es–

ternaríos.