-
FIG. 95
Adorno de un vaso de Nazca, constituído por cabezas momificadas del tipo Jíbaro
(Oucu) .
EPfLOGO
Quien conoce al lector en general, comprenderá fácilmente que nada
valdrían todas mis peregrinaciones, en una selva tan espesa, por sende–
ros tortuosos, en medio de tanta
oscurí~ad,
sí abandonase la pluma
a este punto. Dirían todos que no valía la pena llegar tan lejos, para
dejar el libro inconcluso.
La bibliografía americanista nos proporciona un caso particularmente
instructivo.
Fray Gregorio GARG
A
había indicado no menos cbrame,i-te su
propósito:
"Y
o
en esta obra si vo al lector de referir os pareceres i opi–
niones que ha havido,
i
puede haver, aaerca del origen de los Indios.
En cada opinión ablo en Nom
re
de su
Au
or,
acomodándome a aquel
parecer, i fortificánd°lo
rnmo
i
f:-crera
ío pro¡rio"
(1,
.
314 •
Sin embargo, a l'esar de got r-se en peco tiempo l'<l primera edi–
ción, que fué leída por doctos e indoctos de principios del siglo XVI
con la misma avidez con que hoy se leen solamente ciertas novelas, la
obra dejó en todos los lectores un sentimiento de malestar y decepción,
llegándose a reprocbársele de ser trunca e inconclusa. En vano Fray
Gregorio se excusa con decir que
" habiendo referido el discurso de esta
obra pareceres
o
sentencias de Hombres tan doctos, me juzgué ser yo
indigno de poner el mío entre ellos",
en lo que no sabría sí es más digna
de alabanza la modestia del padre presentado, o la rectitud y prudencia
del investigador.
Pero, be aquí el caso: cede Fray Gregorio a la tiranía del público
y escribe, en la segunda edición, unos breves períodos de conclusión, en
que hay frases que yo considero muy sensatas, modestas y verídicas, por
cuanto esto es compatible con los conocimientos de un eclesiástico del
siglo XVI. A pesar de su prudencia evangélica ¿qué clase de abusos no
se han cometido contra el pobre García? Desfigurado por la lec–
tura incompleta del texto, y por citas de segunda mano,
la
lite–
ratura nos lo presenta como un ejemplo de ingenuidad, irreflexión y