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ALBORES EN EL LABERINTO

c1on preliminar de Frenguelli y Outes, que dió lugar a una memorable

sesión de la sociedad de Historia Natural

(22).

Lo curioso es que en

nuestro ambiente científico, acostumbrado a las fechas descabelladas, la

determinación geológica de los terrenos de Miramar fué impugnada co–

mo. . . insuficientemente antigua

(23).

Mayores oposiciones y apriorismos, sin embargo, deben sostener,

en otros círculos más amplios, los que estamos dispuestos a hacer cono–

cer y apreciar en su inmenso valor, los hallazgos de Miramar. El Dr.

Frenguelli ya tiene iniciado, con el tesón y la serenidad metódica que

se le conoce, esa especie de cruzada (24). Que la admisión de un hecho

de experimento necesite el expendio de tantas energías, puede ser lamen–

table, no lo dudo, pero es, asimismo, una verdad. Es de augurar que la

reacción "incrédula" de los antropólogos y geólogos del mundo no pre–

sente en esta ocasión una resistencia cerrada y ciega, como el optimismo

que la provocó. De todos modos, sería únicamente cuestión de tiempo.

Puesta, por tal modo, como base experimental, la existencia del

hombre en un punto del continente americano, contemporáneamente a la

humanidad del paleolítico europeo, no podrá

evjtar.se

La tentación de

cortar de una vez, co o un nudo gordiano, la y-a larga disputa del indí–

gena de méri a. Se . e uno, espontáneamente, e el caso de repetir la

frase de Voltaire:

'Di

u a

créé des mouches en }J.mérigue, il

a

bien

pu

créer des bom e

"

.El lector avisado, que conoce la característica senci·

llez mental d

oltaire, deoe evºtar de esvimar est3 frase como una inge–

nuidad. La prueba es que uno de los americanistas de mayor autoridad,

Daniel Brinton, ha dicho más o menos la misma cosa: "Pocos, o ningu–

no, han reflexionado

sobr~

el carácter anticientífico de las las preguntas:

¿ de dónde vinieron, y quienes son los habitantes indígenas de América?

Al considerar una pregunta estrictamente análoga: "¿De dónde vienen

los Negros de Africa?" ese carácter resulta más aparente. Todos con–

testarán: "¡Claro que vienen de Africa

!"

"¿Originariament.e?" "-Sí,

señor, originariamente; ellos constituyen la subespecie negroide del hom–

bre, propia del continente africano". La contestación en el caso del in–

dio de América, es totalmente paralela. "-Su origen es americano; el

tipo racial fué creado y fijado en el

conti~ente

americano, ellos consti-

(22) FRENGUELLI Y OUTES. -

Posición estratigráfica

y

antigüedad relativa

de los restos de industria humana hallados en M iramar, en

"Pbysis", VII ( 19

24 ) ,

págs.

277-298.

(23) Ver la discusión ocasionada por la comunicación precedente,

ibidem.

(24)

Otras exposiciones las hizo el Dr. Frenguelli ante el Congreso de Geo–

grafí<t del Cairo

y

en la R. Universidad de Génova, ambas en 1925.