EGIPTÓLOGOS DEL AMERICANISMO
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constancias por sí mismas humildes, y en las egipcias (8) demuestran
una verdadera ignorancia, por otra parte muy excusable, ya que la egip–
tología es una creación del siglo XIX.
5.
º
Estos americanistas, por fin, cifran toda su honradez en una
valuación escrupulosa de
la
altura a que había llegado el hombre ameri–
cano (9). En esta, tendencia de equidad se diferencian muchísimo de
los americanistas de otras escuelas. Manifiestan sin ambigüedades que,
según una
jerarquía rigurosa de
la civilización humana, Mejicanos,
Mayas y
Pe~uanos
no habían llegado, al sorprenderlos la Conquista, al
estado de cultura de las organizaciones superiores de la humanidad, que
se presentan en otras zonas de la tierra ya desde el cuarto milenario antes
de Cristo, y, a lo sumo, se
encontraban a medio camino, aunque hubie–
sen ya recorrido un trecho considerable para desprenderse de la barba-
(8)
Las influencias egipcias son visibles ya en las excravagances "dinascias" de
Moncesinos. Hemos mencionado, como "egipcólogos de América", a Brasseur de Bour–
bourg y A. Le Plongeon. Otro que merecería encrar en ese grupo es Fr. de Basaldúa,
pero evidencemence, sus comparaciones egipcias son de segunda mano, procediendo de
los dos aucores mencionados. Muy largo, además, sería c_ompletar la Jisca de los que
sufrieron el espejismo egipc;io. Gomp,arac'ones con Egipco se hacen en todo momento
y
ocasión,
y
hasta inútilmente, como a de Francisco de CASTELNAU,
el
cual dice que
"Jo mismo que los Egipcios,
los Pe uanos no sabían extraer de Ja
tierra sino el oro,
la plata, el cobre
y
las esmeraldas", afirmando rotundamente que Peruanos y Egipcios
no conocieron el hierro. Como es sabido, el dato es inexacto, pues el hierro fué co–
nocido en Egipto desde la prehisto.ria.
Se trata, en la m'!.}'oría de los casos, de una egiptología
sui generis,
como el al–
fabeto egipcio en la tabla Maya-Egipcia de Basaldúa.
(9)
Las convivencias precolombianas de América, corresponden a dos catego–
rías que están definidas, la primera por una cultura de semisalvajes,
y
la segunda de semi–
civilizados, según la terminología del Dr. CAPITAN,
Le travail en Amérique,
ver pág.
14,
80
y
99.
Como es posible que algún espíritu sentimental, poco acostumbrado al carácter
imparcial
y
severo de las ciencias, atribuya esta aparente severidad al ilustre presidente
de la
Soc. des Americanistes de Paris,
me cumple añadir que el Dr. Capitán no ha
creado esas categorías. Daniel BRINTON, ya en los años que siguieron al 1880, pro–
nunció como vicepresidente de la American Association for Advancement of Science,
varios discursos en que Mayas y Nahua se calificaban netamente por
semicivilized Ame–
rican nations,
mientras después añadió que los Mayas-Quichés son de
toda América
los que "más cerca
se
aproximan" a la condición de pueblo civil (
which approached the
nearest to a civilized condition)
•
Más reciente y sistemática es la nomenclatura y clasificación de otro gran ameri–
canista, W. H . HOLMES.
BRINTON, D. G . -
A review of data lor the study of the Prehistoric Chronolo–
gy of America;
1887, pág.
J.
(Am. Ass. for Adv. of Se.).
BRJNTON, D. G. -
The sacred names, in Quiche Mythology.
(Am. Phil. Soc.),
188
J.