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EGIPTÓLOGOS DEL AMERICANISMO

259

constancias por sí mismas humildes, y en las egipcias (8) demuestran

una verdadera ignorancia, por otra parte muy excusable, ya que la egip–

tología es una creación del siglo XIX.

5.

º

Estos americanistas, por fin, cifran toda su honradez en una

valuación escrupulosa de

la

altura a que había llegado el hombre ameri–

cano (9). En esta, tendencia de equidad se diferencian muchísimo de

los americanistas de otras escuelas. Manifiestan sin ambigüedades que,

según una

jerarquía rigurosa de

la civilización humana, Mejicanos,

Mayas y

Pe~uanos

no habían llegado, al sorprenderlos la Conquista, al

estado de cultura de las organizaciones superiores de la humanidad, que

se presentan en otras zonas de la tierra ya desde el cuarto milenario antes

de Cristo, y, a lo sumo, se

encontraban a medio camino, aunque hubie–

sen ya recorrido un trecho considerable para desprenderse de la barba-

(8)

Las influencias egipcias son visibles ya en las excravagances "dinascias" de

Moncesinos. Hemos mencionado, como "egipcólogos de América", a Brasseur de Bour–

bourg y A. Le Plongeon. Otro que merecería encrar en ese grupo es Fr. de Basaldúa,

pero evidencemence, sus comparaciones egipcias son de segunda mano, procediendo de

los dos aucores mencionados. Muy largo, además, sería c_ompletar la Jisca de los que

sufrieron el espejismo egipc;io. Gomp,arac'ones con Egipco se hacen en todo momento

y

ocasión,

y

hasta inútilmente, como a de Francisco de CASTELNAU,

el

cual dice que

"Jo mismo que los Egipcios,

los Pe uanos no sabían extraer de Ja

tierra sino el oro,

la plata, el cobre

y

las esmeraldas", afirmando rotundamente que Peruanos y Egipcios

no conocieron el hierro. Como es sabido, el dato es inexacto, pues el hierro fué co–

nocido en Egipto desde la prehisto.ria.

Se trata, en la m'!.}'oría de los casos, de una egiptología

sui generis,

como el al–

fabeto egipcio en la tabla Maya-Egipcia de Basaldúa.

(9)

Las convivencias precolombianas de América, corresponden a dos catego–

rías que están definidas, la primera por una cultura de semisalvajes,

y

la segunda de semi–

civilizados, según la terminología del Dr. CAPITAN,

Le travail en Amérique,

ver pág.

14,

80

y

99.

Como es posible que algún espíritu sentimental, poco acostumbrado al carácter

imparcial

y

severo de las ciencias, atribuya esta aparente severidad al ilustre presidente

de la

Soc. des Americanistes de Paris,

me cumple añadir que el Dr. Capitán no ha

creado esas categorías. Daniel BRINTON, ya en los años que siguieron al 1880, pro–

nunció como vicepresidente de la American Association for Advancement of Science,

varios discursos en que Mayas y Nahua se calificaban netamente por

semicivilized Ame–

rican nations,

mientras después añadió que los Mayas-Quichés son de

toda América

los que "más cerca

se

aproximan" a la condición de pueblo civil (

which approached the

nearest to a civilized condition)

Más reciente y sistemática es la nomenclatura y clasificación de otro gran ameri–

canista, W. H . HOLMES.

BRINTON, D. G . -

A review of data lor the study of the Prehistoric Chronolo–

gy of America;

1887, pág.

J.

(Am. Ass. for Adv. of Se.).

BRJNTON, D. G. -

The sacred names, in Quiche Mythology.

(Am. Phil. Soc.),

188

J.