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EL PROBLEMA CENTRAL

23

Ranking

(1829),

Fr. Varnhagen

(1876),

y Humboldt, seguidos por

Toung Dekieu

(19i2)

y M. de Ts'ai (Goteborg,

1924).

Una opinión muy análoga fué defendida en el siglo XVII por el

famoso contradictor de Hugón Grocio, Johannes de Laet

(1643),

quien

inaugura, por decir así, la lista de las hipótesis escíticas, cuyo más defi–

nido representante es el lingüista Robert Elis, "bachelor of Divinity",

autor de una

Peruvia scytica.

Londres 1875, trabajo de filología com–

parada entre el quechua y los idiomas prearianos de Éurasia.

Trataremos en otro lugar las doctrinas que postulan otras migra–

ciones turanias, de los pueblos clásicos del Asia anterior (Sumer).

En el Asia meridional pone Bradford (

18

4 3) la cuna de la raza

roja, y Bancroft

(1840)

el origen· de las culturas de América; ya el

naturalista Alejandro Humboldt, quien visitó casi

tod~

América,

lo

había afirmado en

1816.

Merece un lugar de preferencia, porque representa algo más de una

opinión, el resultado del viaje

reali~ado

en

1912

por el antropólogo

oficial de Washington, Ales Mrdlic;ka, a través de Siberia, que está con–

signado en sus dos publicaciones de

1912

(Ginebra) y

1917

(Wás–

qington). Las tribus que poblaron a América se encuentran aún hoy,

según Hrdlic;ka, en los bo des del Ienisei, y se reconocen fácilmente ppr

sus caracteres físicos. Cen1amos la lista de hipótesis asiáticas con los dos

trabajos de Hrdlic;ka. Su método de investigación, en tan abundante

literatura, tiene una sola analogía, con Enrique Martínez, el mal com–

prendido cosmógrafo y etnógrafo, 9uien se encontró, por el lado occi–

dental, en contacto con la misma famí1ia mongólica que Hrdlic;ka fué a

tocar en la zona de Oriente.

Il. POBLADORES AUTOCTONOS DE AMERICA

Puede considerarse como un precursor de la doctrina del hombre

autóctono del continente aquél E. Bailli d'Engel, que en

1767

sos–

tuvo, en contra de tantas hipótesis fenicias, cartaginesas y judías, que

la

migración de hombres a América habíase realizado antes de la fase re–

ciente del globo, o, según su manera de expresarse, antes de Noé (antedi–

luviana).

Pero la enunciación científica de la teoría lleva el nombre de un

ilustre anatómico, el médico doctor Samuel G. Morton, autor de Cm–

.nía americana,

Philadelphia,

18

3

9:

"El hombre "'<le América es un

· producto, distinto, del suelo americano, sin conexiones con el mundo

· antiguo, excepto el caso de los esquimales". ·