EL PROBLEMA CENTRAL
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de su territorio, es decir, la zona propiamente mediterránea, pues instin–
tivamente se fué colocando una frontera de demarcación absoluta entre
negros y negroides, y la raza cobriza.
Sin embargo, las grandes civilizaciones históricas de Afrka dieron
argumento para una hipótesis que ha tenido fuertes defensores en toda
época, la egipcia. Hasta en 1875, Jobn Campbell afirma que peruanos,
,mexicanos y egipcios constituyen una sola familia.
Aun hoy, toda una escuela de americanismo, la que sigue las hue–
llas de Elliot Smitb, se preocupa en acumular, en innumerables publica–
ciones, las pruebas de que mayas y peruanos proceden inicialmente del
Nilo.
TERCER GRUPO: OCEANÍA -AMÉRICA
·,
La Oceanía, desconocida basta tiempos recientes, no pudo, necesa–
riamente, formar parte del
eEume e
en que los americanistas de los si–
glos XVI y XVII fundaron las bases para sus especuJaciones.
, En cuanto a k >s investigadores del siglo
~VIII,
ellos creyeron en–
contrar en una vasta pa te del territorio insular
y
continental el mismoo
inconveniente, o in omJ.?at!jbihdad somatológiea, p resentado .nor el Afri–
ca central y meridional, es de<eir, una población n,egroide. Poli esta razón
la mirada de los saDios se b dirigido más bien hacia las poblaciones
insulares del Pacífico : los p olinesios.
La inmigración oceánica en América
cue~ta
con precursores ya muy
antiguos, como el mismo Hugón Grotius (1642) , quien consideró la
población de la zona meridional de América, puesta al Sur del Perú,
por parte de inmigrados procedentes de las islas Molucas.
Bancroft (1840) y Srandford (1843) sostuvieron, análogamen–
te, que las culturas del Asia meridional y malaya transferidas al Yuca–
tán y al Perú, tuvieron como área de tránsito el archipiélago de Po–
linesia.
Pero la doctrina polinesia tuvo su más autorizado campeón en el
antropólogo canadiense sir Daniel Wilson ( 1862) , quien, en contra de
la opinión general, sostuvo que la
pobla~ión
de América se ha realizado
desde el Sur hacia el Norte, y no ya de las regiones árticas hacia la Pa–
tagonia, y que
lo~
primeros bapitantes fueron polinesios.
Esta doctrina cuenta con muchas adhesiones de naturalistas de
fines del siglo XIX, entre ellos Wickersbam ( 1894), Hamy ( 1896) ,
Thomas (1896), Ellis (1875), y hoy día, a lo menos como explica–
cion parcial del complicado problema, puede considerarse como opinión
viva y militante.
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